
INMA MARTOS | Santa Cruz de Tenerife
Ya no queda ni un pedacito de terreno. Los bajos del pabellón Pancho Camurria de Santa Cruz de Tenerife están copados por 15 chabolas en las que viven ya 18 personas . “No son extranjeros”, dice el director de Cáritas Diocesana en Tenerife, Leonardo Ruiz, “lo cual también resulta indiferente, ya que hablamos de seres humanos en exclusión social sin posibilidad de acceder a una vivienda digna”. Los ocupantes de estas infraviviendas se niegan a vivir en el albergue, asegura Ruiz, declaraciones que apoya el concejal de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, José Manuel Arocha, porque no se quieren adaptar a los horarios y otra serie de normas que denominan de convivencia. Así que se alimentan entre el albergue municipal y el comedor La Milagrosa de la calle La Noria, pero hacen vida en sus chabolas, que son hasta ahora su único hogar. “Ellos tienen allí sus televisiones y están más cómodos”, señaló el concejal.
Eso sí, son hogares construidos de forma ilegal, sin las condiciones mínimas de seguridad y con materiales poco aislantes del frío y el calor que tarde o temprano tendrán que ser desmantelados. Así lo aseguró Arocha, quien tildó el levantamiento de este asentamiento ilegal de urgente porque “cada día traerá más problemas”. En cualquier caso, es una cuestión que, según sus propias palabras, escapa a su Concejalía, “dado que la decisión corresponde al Área de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Santa Cruz y a la propia Policía Local”. En cualquier caso, “a nadie se le puede obligar a vivir en donde no quiere”, destacó el director de Cáritas, y cuando los diez pisos tutelados que se habilitarán en breve para personas sin techo en Santa Cruz estén preparados, las personas que accederán a ellos serán otras. Los elegidos tendrán que cumplir una serie de requisitos tras los exámenes previos que se realizan entre los usuarios del albergue desde el Área de Asuntos Sociales del propio Ayuntamiento.