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Calima mental > Rafael Muñoz Abad

Me llama un amigo de El Aaiún para comentarme que están barajando la posibilidad de enviar en la primera semana de septiembre a un grupo de niños huérfanos a Tenerife. Los billetes de avión ya están cubiertos por una asociación que fomenta la hermandad hispano marroquí. El alojamiento se revela como el principal problema para las vacaciones de los pequeños. El acto me parece de una generosidad extraordinaria y de inmediato me pongo a ver a quién puedo molestar en pleno agosto. Consulto mi agenda y, Rajoy estará fumándose un puro y leyendo el Marca; el lelo de la Alianza de Civilizaciones está rodando Mr. Bean en Lanzarote; ¿tal vez el virrey, que hace bien poco rindió visita al monarca Alauí? Me voy quedando sin opciones de peso. Un buen amigo me facilita un contacto que de inmediato me atiende y cortésmente me explica: “…Te comento, si los críos vienen de Marruecos es administrativamente complicado, solemos trabajar con niños procedentes de los campamentos de refugiados. La inteligencia marroquí, servicio discreto y eficiente donde los haya, campa a sus anchas en Canarias y hemos tenido ya algún problema. No queremos que se relacione a las familias de acogida con el Frente Polisario, razón por la que tristemente no barajamos la llegada de esos niños para no crearles un problema a ellos y sus familiares. Pero, por nuestra parte, estaríamos encantados de acogerlos con independencia de donde viniesen…”. Me quedo a cuadros. Un vez más, los inocentes son víctimas de los adultos y sus juegos de banderas. Incluso llegué a pensar en recurrir al Esperanza de África, buque hospital que lleva todo el mes atracado en Santa Cruz pero que en septiembre ya irá proa a Guinea Conakry. Como andaba en el punto más cercano de las Islas al Sahara, se me colaron en la radio las FM de El Aaiún. Recordatorio de lo cerca y a la vez lejos que estamos. Esta pequeña historia, como no podía ser de otra manera, también tiene su cretino en forma de aquel borrico que me dijo que aquí ya tenemos bastantes problemas como para ayudar a otros. Imagino ahora su cara, al ver como los hermanos marroquíes nos están ayudando a apagar los incendios. Y es que tal vez ese pensamiento sea germinal de la realidad que ahora estamos viviendo en este mundo. Me quedé confuso, empanado en un episodio de calima mental, admirando el estoicismo de aquellos que entregan su tiempo en buscar ayuda para los más desfavorecidos y cómo encuentran más portazos que apoyo. Entré a tomar un café y, pensando que si alguien lee esto tal vez pueda ayudar, sería un detalle. Puse la tele y un atleta ugandés cerraba la ceremonia olímpica. Un ugandés señor Rajoy, ¿no era usted el que se cubrió de gloria al decir en tono despectivo que España no era Uganda? Le propongo una apuesta: si usted sabe situar a Uganda en un mapa, le pago un puro durante lo que le queda de legislatura [si la acaba]. Si pierde, me aloja a los niños huérfanos en el Sheraton.

*Centro de estudios africanos de la ULL | cuadernosdeafrica@gmail.com