
JOSÉ ANTONIO FELIPE | Santa Cruz de Tenerife
Para preparar el encuentro frente al CD Tenerife, Balduino y Aarón, jugadores del CD Marino, habrán recorrido 1.000 kilómetros a lo largo de la semana. Ambos futbolistas cubren cada jornada la distancia que separa el Puerto de La Cruz, lugar en el que tienen sus trabajos, y Los Cristianos, para poder seguir alimentando su ilusión de llegar a ser profesionales algún día.
“Por circunstancias de la vida sabemos la situación actual del fútbol, para nosotros es imposible vivir de él por ahora”, señala Balduino, goleador y uno de los referentes del conjunto sureño.
El delantero se encarga cada mañana de la limpieza de las playas de Puerto de La Cruz antes de, con un horario que lleva de manera muy estricta, aprovechar el tiempo justo “para comer rápido, poder descansar bien y salir hacia el Sur a entrenar”.
No lo hace solo. Justo a unos metros de su casa vive Aarón, operario del Lago Martiánez. Juntos comparten el recorrido que lleva hasta el Antonio Domínguez, escenario de sus últimos éxitos. “Es una ventaja vivir al lado porque vamos siempre acompañados, nos ayudamos y llevamos lo mejor posible. Creas un vínculo que luego se refleja en el campo”, dice Aarón.
Como Balduino, él también lleva una vida marcada por la disciplina, la misma que le obliga a despertarse cada día a las 4.30 horas. “A las cinco debo estar ya trabajando para tener todo ordenado y que los usuarios encuentren todo perfecto”, indica mientras, cuestionado por la dificultad que conlleva tener ese horario con el fútbol de un nivel importante, señala que “lo importante es saber organizarte bien y al final acabas acostumbrándote”.

“Unos profesionales”
Su ocupación laboral no influye en su rendimiento cuando se tienen que calzar las botas. Para Willy Barroso, su entrenador, que los conoce a la perfección, ambos son “muy profesionales”.
“Balduino tiene mucho gol y un grandísimo talento; Aarón es todo pundonor, un jugador que se entrega, lo da todo y es una excelente persona”, afirma un Barroso al que se le nota el orgullo que le produce cada uno de sus futbolistas.
Pero la palabra que mejor definiría la clave para que puedan seguir dedicándose a lo que más les gusta, jugar a fútbol, es la comprensión. Comprensión que abarca desde sus compañeros de trabajo a sus familiares, amigos y parejas que “siempre están apoyándote mucho y demostrándote que comparten tu ilusión”.
Balduino le pone nombre a esa ilusión compartida. “Sin Jonathan, el compañero que me ayuda en los cambios de turno, el que permite que vaya a poder jugar, sería imposible. Él se alegra por mí, porque sabe que jugar a fútbol es lo que quiero hacer”.
Lo mismo dice Aarón, agradecido a “compañeros y encargado”, porque sin ellos “sin los cambios de turnos y demás”, tampoco podría vestir la elástica marinista cada jornada. Esos amigos y compañeros, como destaca Balduino, serán aún más necesarios ahora porque “deberemos pedir dos días para jugar fuera de casa. Antes, en Tercera, igual viajabas por la mañana, jugabas a mediodía y por la tarde, ya en Tenerife, ibas a tu trabajo”.
Con los pies en el suelo
Como se encarga de refrendar Willy Barroso, ambos destilan tanta responsabilidad como profesionalidad ya que, según apunta Aarón, “se puede tener una actitud profesional jugando en Tercera, Segunda B o Segunda División”.
Los dos tienen la suficiente conciencia para tener claro que “del mismo modo que el fútbol es nuestro sueño, nuestros trabajos son muy importantes, más de la forma que está la cosa ahora”, dice Balduino. “Se trata de organizarte bien y de saber cuidarte. Con sacrificio lo puedes conseguir”.
Y así, entre kilómetros de carretera y horas y más horas de entrenamiento, llegan a Segunda B y la fortuna, caprichosa, quiere que la primera jornada liguera les permita enfrentarse a un CD Tenerife del que hablan con mucho respeto. “Está claro que ellos son el equipo de la Isla, el representativo, pero nosotros tenemos muchas ganas y mucha ilusión. El comienzo no podía ser mejor, frente al Tenerife y en nuestro campo”, apunta Aarón.
Mientras, su madre lo volverá a esperar esta misma noche, tras haberse dejado la piel en el Antonio Domínguez. “Ella se preocupa porque al final son 200 kilómetros cada día y mucho tiempo en la carretera. No se queda tranquila hasta que vuelvo y se acuesta, pero sabe que es mi ilusión y mi gran sueño”.