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Ecocursismo > Ramiro Cuende Tascón

Se ejerce especialmente en época estival, en ropa de baño de temporada. Es la práctica chic de la ecología, un mundo afectado a la par que esnob en el que se desenvuelven cómodas un importante número de personas que liberan sus toxinas de conciencia entre mariposas de plástico junto a la tele de plasma. Gustan de hablar ampulosamente, con cara de convencidos, y cargados de medias razones escuchadas en sus foros, y en ocasiones hasta de sinrazones con tal de que sus tesis prevalezcan en contra de algo.

El ecocursi es un ser henchido de intenciones y prácticas, entre las que por descontado se encuentran la crítica podo mórfica y el redencionismo a ultranza. Proviene por lo general del desapego límite, y, por descontado, de la gurrumina que queda o sobró de grupos ideológicamente puros. Solo aceptan a sus devotos o aliñes similares, dado que el resto depreda sin ton ni son.

Frases como: “Defendemos acciones que sirvan para mejorar el futuro del planeta, para proteger el arte, la arquitectura y el paisaje creativo y con rápida capacidad de respuesta ante los cambios”. Además, piden que sea “ecológico”, conservando los parques naturales y revitalizando el espacio público.

¿Quién no suscribe tal elucubración? Es propia de don Narciso. Lo del paisaje creativo tiene su miga, una primera lectura, me recuerda a Catamarca. En la retro lectura, a lo de los edificios inteligentes. Y, lo de la capacidad de respuesta ante los cambios, es un brindis sin par. Si este fuera el problema de la Tierra, resolverlo sería de parvulitos. Se da el caso, en ocasiones, de portar en verano, ahí es nada, sombrero o cachucha, tanto para proteger su cerebro, como para evitar contagios neuronales. Una imagen similar a la de los amish menonitas, pero, como de por aquí. Ejemplares de esta fauna existen por doquier. Se detectan por sus maneras de habitar el cosmos, y por su forma de expresión triste y meditabunda. La queja aliñada es el plato del día, los sábados la acompañan con frutos secos y una pipa.

Por favor, no confundir a los ecocursis con los vegetarianos, ni con los dietistas que comen equilibradamente y con una variedad muy saludable como la ovo lacto vegetariana, alternativas que bien planificadas resultan totalmente compatibles con una buena salud física y mental. La citada, es la versión menos estricta dentro del vegetarianismo, puesto que admite el consumo de lácteos y huevos, además de los cereales, legumbres, frutas y verduras, semillas, frutos secos y aceites.

De haber sido por los ellos hoy no existirían: la Acrópolis de Atenas, Petra en Jordania, Machu Pichu en Perú, etcétera. ¡Ah, me olvidaba!, ni la playa de las Teresitas.

Mis mayores respetos para los naturalistas y ecologistas que en la vida son y han sido. Viva ¡No lo dude ni un segundo!