DOMINGO NEGRÍN MORENO | Santa Cruz de Tenerife
La defensa de los intereses de Tenerife se ha convertido en el eje del debate previo al decimoquinto congreso insular del PSOE, convocado para el último fin de semana de septiembre.
A esta situación se ha llegado después de que, en la reunión de dos días para renovar los órganos regionales, la delegación de esta isla le plantara cara a José Miguel Pérez. El secretario general se negó a satisfacer las demandas de Tenerife, que reclamaba un mayor peso específico en la ejecutiva. Tras salvar el tipo en la votación del informe de gestión, Pérez resistió las presiones para que Javier Abreu ocupara el puesto de Julio Cruz en la secretaría de Organización.
Heridos en su amor propio, los delegados de Tenerife intentaron provocar la caída de José Miguel Pérez, que amagó con dimitir de todos sus cargos, incluido el de vicepresidente del Gobierno canario. Pero el consejero de Justicia e Igualdad, Francisco Hernández Spínola, puso reparos y con su “apatía” contribuyó al fracaso de la operación. Posteriormente, destituyó al director general de Participación Ciudadana, Pedro Ramos, el supuesto instigador de la rebelión contra los que pretendían “arrinconar” a Tenerife.
Las paredes del centro Magma, en Adeje, fueron testigos mudos de un malestar que se ha canalizado en una corriente de resistencia que, por ahora, cuenta con tres aspirantes a liderar el PSOE insular: el presidente de la gestora, el senador Aurelio Abreu; el primer teniente de alcalde de La Laguna, Javier Abreu, y el alcalde de Vilaflor, Manuel Fumero. Lo normal es que los tres unan sus fuerzas para ganarle el pulso al aparato. Entre ellos hay más afinidad que en el lado de los denominados críticos. En este sector, se desinflan las opciones de Manuel González, viceconsejero de Relaciones con el Parlamento, Participación Ciudadana y Juventud, y de la militante de Santa Cruz Gloria Gutiérrez, directora general de Trabajo. Por delante de ellos se posiciona el exalcalde de La Victoria Manuel Correa, que surge como la alternativa más sólida dada su dilatada trayectoria de firmeza en los postulados ideológicos.