El día siete del presente mes, después de localizar un hermoso ejemplar de almácigo en lo alto de Barranco Hondo, aislado en medio de inmensas hectáreas de terrazas abancaladas, abandonadas desde hace años de sus cultivos de secano tradicionales, a eso de la siete de la tarde bajé a Radazul en compañía de mi hijo para disfrutar del reconfortante baño de mar. Mi mujer nos saludó con la noticia de la comunicación vía Twitter de la sentencia del Tribunal Supremo desestimando el recurso de casación interpuesto por la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife y el Gobierno de Canarias contra el auto del TSJC que mantenía la suspensión cautelar de la Orden que excluía a los sebadales (Cymodocea nodosa) del Catálogo de Especies Amenazadas de Canarias. En dicha sentencia se precisa que la protección medioambiental debe prevalecer sobre el interés económico.
Ante una noticia, desde mi punto de vista tan trascendental, al regresar a casa comencé la búsqueda de información y la red, por decirlo de una manera metafórica, estaba a tope. Al día siguiente esperé a leer vía digital la prensa local y nacional. No quedé muy satisfecho de lo publicado al respecto. Decidí acudir al Buscador Jurisprudencia del Consejo General del Poder Judicial. Me leí varias veces íntegramente el texto y teniendo en cuenta mi desconocimiento de la literatura jurídica deduje la importancia del mismo, que avalan los argumentos que muchos de nosotros hemos defendido contra la inutilidad y el despilfarro que suponen las obras del Puerto de Granadilla.
Rebusqué en mi memoria las imágenes del día 13 de febrero de 2009, cuando en el salón de actos del campus de Guajara, ante un público mayoritariamente universitario, defendimos nuestros argumentos en defensa de la biodiversidad marina que se iba a destruir en un LIC (Lugar de Interés Comunitario) del sur de Tenerife. Extraordinaria fue la lección magistral dada por los profesores de Biología Marina, el catedrático Alberto Brito y el profesor titular Jacinto Barquín, acompañada por una ilustrativa presentación en “punto fuerza”. Allí decidimos convocar una manifestación más contra las obras del mencionado puerto. Recuerdo la aclamación del auditorio. Nuestros criterios científicos estaban y siguen estando en la prevalencia de la protección de nuestros recursos naturales, sobre los de aquellos que anteponen la destrucción de los recursos en beneficio de criterios económicos, muchos de los cuales tienen a corto o medio plazo fecha de caducidad.
El 14 de marzo tuve el honor de participar en la manifestación convocada y debo reseñar que, sin duda, la presencia cívica de 30.000 personas me hicieron comprender que la democracia aún es posible, a pesar de las trabas y las descalificaciones de muchos, de los que no admitieron la solicitud respetuosa de 50.000 ciudadanos de acudir al Parlamento de Canarias, a fin de explicar cívicamente a nuestros representantes los argumentos avalados por numerosos informes de la comunidad científica nacional e internacional. Desde entonces han continuado sin pausa ruedas de prensa, manifestaciones en pro y en contra de nuestras posturas y un sinfín de actos. Internet tiene información suficiente tanto gráfica como escrita sobre el tema. Algunos vídeos rayan en lo grotesco, sobre todo, aquellos en los que los comentarios han sido pronunciados por personas de relevancia política local.
He leído la prensa crítica y la oficial. En la web del OAG (Observatorio Ambiental de Granadilla) hasta el momento, en que escribo estas líneas, la última noticia es del 24 de julio de 2012, en que se informa de la paralización de las obras del puerto por condiciones meteorológicas. No será esta la única causa que dificultará el uso de la citada obra. El mar, pregúntenle a los vecinos de San Andrés o de Candelaria, se rebela contra las infraestructuras mal planificadas por el ser humano. En varios vídeos, que pueden consultarse en la red, se puede observar a una serie de camiones descargando sobre la escollera de lo que está proyectado como Puerto de Granadilla, en un día de alisio fuerte y cómo la arena es llevada hacia el Médano, a modo de nube de polvo en suspensión. En otras publicaciones se puede ver imágenes aéreas del deterioro del medio marino. Es un elemento didáctico para explicar a los alumnos de Biología Marina del mundo cómo se puede destruir un LIC.
Mi apoyo desde este escrito a todos aquellos que defienden esta noble causa. Es sorprendente que nadie dimita, que a nadie se le exija responsabilidades. Sorprende por último la defensa al medio marino de nuestras autoridades con motivo de la posible instalación de plataformas petrolíferas en las proximidades de nuestras costas y, sin embargo, continúan de forma progresiva los deterioros de nuestro perímetro costero. Me referiré especialmente a los emisarios que no paran de verter aguas fecales al mar, a los puertos y sus proximidades en cuyas aguas superficiales, de tonos multicolores, delatan la presencia de restos de los hidrocarburos, un ejemplo próximo, la playa de Valleseco en Santa Cruz. Las jaulas abandonadas de los intentos de acuicultura marina son un testimonio más de uno de los tantos fracasos económicos de nuestro sistema y así se podría elaborar un doloroso catálogo de frustraciones económicas.
Este no es el camino de la sostenibilidad, ni el del cumplimiento de nuestros compromisos con nuestras Reservas de la Biosfera. Este es el camino de la destrucción de nuestros excepcionales recursos que junto al clima, único recurso que aún no hemos podido destrozar, constituyen la riqueza que la Naturaleza quiso desarrollar en las antiguas islas Afortunadas parte de esa georregión que los científicos, actualizando la palabra ancestral de origen griego clásico, denominaron Macaronesia.
*Catedrático emérito de Botánica de la ULL