Por un segundo, me creí afectado por un golpe de calor, causado por el tórrido verano. Luego supe que no era ninguna pesadilla y que, urdido en meses, Mario Conde -bailaor de sevillanas en El Portón y desvalijador del Banesto- volvía a la política “para regenerar la democracia”.
Lo anunció en un programa del canal de Berlusconi, ante un decorado curioso -los lomos del Aranzadi y una gran foto dedicada de Juan de Borbón. En la entrevista con el felpudo Jordi González, el señorito no paró de invocar la libertad y la Constitución de 1812. Este pícaro redomado habló de un movimiento que financia -igual con el dinero que nunca devolvió- llamado Sociedad civil y democracia y presentó una faceta totalmente desconocida: viejo luchador por los derechos y libertades. Vivir para ver. Con el desparpajo propio de los feriantes, criticó cosas obvias como el imparable desprestigio de la clase política y, tras fustigar a Rajoy, “por no cumplir sus promesas electorales”, expresó su firme propósito de “devolver la soberanía al pueblo”.
Este caradura redomado no hizo mención a la compra que efectuó del devaluado CDS ni a la inversión para conseguir unos veinte mil votos; dijo, con un cinismo solo eficaz con los tontos, que entró en la cárcel “por hablar de libertad” y no por apropiarse de lo ajeno, el dinero de los clientes del Banco Español de Crédito. E invocó, con tanto descaro la Constitución de 1812, que provocó, según el espectador, el bochorno y la náusea. Jugó en clave gallega, porque sus proyectos de pesca pasan por los caladeros más conservadores del PP y, sin que le temblara la voz hizo un canto a la ética, a la eficacia y al sentido común. ¿Quién avala la regeneración del engominado personaje? Formalmente cumplió su condena y su culpa ante la sociedad; ahora, podría devolver el dinero que nunca apareció. Este país lo admite todo y, por ello, porque creemos en la sabiduría popular que más pronto o más tarde pone las cosas en su sitio, le sugerimos que rellene su candidatura con Ruiz Mateos y su numerosa prole, con Miguel Durán que, por poco, no arruinó las arcas de la ONCE, con Vidal Cuadras que, hasta el propio Aznar le pareció muy de derechas, y lo echó del PP de Cataluña; y, entre otros, el antiguo socialista José Luis Balbás, autor del famoso Tamayazo que aupó a Esperanza Aguirre al trono de Madrid. ¿Qué habrá sido de Tamayo y la enfermera Sáez que rompieron la disciplina del PSOE y que, según parece, no tienen problemas económicos conocidos?