Mejorar las vacunas para la tuberculosis podría salvar millones de vidas

EUROPA PRESS | Madrid

Los casos de una de las enfermedades más mortíferas del mundo -la tuberculosis- están aumentando a un ritmo alarmante, a pesar de la vacunación generalizada. Las razones de la falta de efectividad de la vacuna, especialmente en las regiones donde esta enfermedad infecciosa es endémica, así como argumentos para la sustitución de la vacuna existente por nuevas vacunas sintéticas, han sido presentadas en un análisis publicado en ‘Trends in Molecular Medicine’.

“La tuberculosis es una amenaza para la salud mundial, se trata de una enfermedad altamente contagiosa, que puede afectar prácticamente a cualquier persona”, señala el autor principal, Javed Agrewala, del Instituto de Tecnología Microbiana en Chandigarh (India), del CSIR (Council of Scientific and Industrial Research).

La tuberculosis es causada por Mycobacterium tuberculosis (Mtb), y causa cerca de dos millones de muertes cada año. Las vacunas pueden ser la mejor estrategia para el control de la tuberculosis, pero la única vacuna disponible -Bacillus Calmette-Guerin (BCG)- no es fiable en la prevención de la enfermedad en adultos, especialmente en las regiones donde la tuberculosis es endémica.

En el nuevo análisis, Agrewala explica que la BCG no funciona bien en estas regiones porque la exposición a las cepas micobacterianas prevalentes desencadena una producción de anticuerpos, que actúa en contra de la vacuna. Además, las infecciones con gusanos parásitos helmintos interfiere en la respuesta inmunitaria protectora inducida por BCG.

Para superar estas limitaciones, Agrewala propone el uso de vacunas novedosas llamadas vacunas de ‘péptidos promiscuos lipidados’. Estas vacunas sintéticas son más seguras que la BCG debido a que no contienen material infeccioso; por otra parte, generan respuestas inmunes protectoras de larga duración, y no están influidas por los anticuerpos preexistentes. Este tipo de estrategia de vacunación ya ha demostrado su eficacia en un modelo animal de la tuberculosis, y se está probando en ensayos clínicos en humanos para tratar otras enfermedades infecciosas, y el cáncer