DANIEL GARCÍA VELÁZQUEZ | Santa Cruz de Tenerife
Aunque parezca más bien la denominación de un territorio inhóspito de la serie televisiva Juego de Tronos o de la trilogía cinematográfica El Señor de los Anillos, no es así. Se trata de un conjunto de 17 elementos químicos de la tabla periódica: escandio, itrio y los 15 elementos del grupo de los lantánidos: lantano, cerio, praseodimio, neodimio, promecio, samario, europio, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio y lutecio. Cabe destacar que el grupo de los actínidos no se encasilla en esta denominación, lo que constituye un error común en muchos libros de texto. Infrecuentes nombres que a muchos no les sonarán de nada, pero que son ya familiares en los avances tecnológicos más punteros de nuestra vida. Aunque el nombre de tierras raras podría llevar a la conclusión de que se trata de elementos escasos en la corteza terrestre, esto no es real. El cerio, el itrio y el neodimio son muy abundantes en nuestro planeta. La parte tierra en el nombre proviene de una designación antigua de los óxidos que formaban estos minerales, de textura terrosa.
Pese a ser bastante desconocidos, estamos rodeados de ellos: están en en las pantallas de televisión, en el disco duro del ordenador, en el teléfono móvil, en las bombillas de bajo consumo o en los coches eléctricos, y también se encuentran en el instrumental láser, en los paneles fotovoltaicos, las baterías recargables o en los equipos médicos de diagnóstico. Esto refleja que se han convertido en indispensables para nuestra sociedad, cada vez más dependiente de la tecnología. Por citar algunos ejemplos de sus aplicaciones más directas, el color rojo de los televisores se obtiene mediante un compuesto procedente del itrio. La piedra de los mecheros utiliza una aleación de lantano, que también se emplea para la fabricación de vidrios más resistentes. Unido al hierro, el cerio se usa para pulir las lentes que se usan en gafas y cámaras. Con neodimio se obtienen rubíes sintéticos, utilizados en la tecnología láser.
El estado actual de dependencia tecnológica se puede condensar en el siguiente ejemplo: las lámparas fluorescentes, el monitor de los ordenadores y los teléfonos inteligentes se fabrican utilizando europio, un elemento para el que aún no se conoce ningún sustituto posible, y cuya producción mundial está controlada por China en el 99,9% que, además, posee un tercio de las reservas de tierras raras existentes en el planeta, y también es responsable del 96% del suministro mundial de estos materiales. Esta superpotencia controla la extracción del mineral vital para la tecnología que domina nuestro mundo actual. La demanda mundial de tierras raras ha llegado a 140.000 toneladas anuales, y seguirá creciendo a un ritmo del 10% por año.
Décadas atrás, las principales minas de estos minerales eran explotadas en el desierto de Mojave (California, USA), pero ocasionaban graves problemas a su entorno. Su explotación conlleva considerables inconvenientes medioambientales al país donde se encuentre la reserva mineral.
Los terrenos se erosionan, el agua resulta contaminada y las tierras de cultivo terminan siendo infértiles. Asimismo, es preciso umar también las emisiones de gases y residuos tóxicos derivados de la extracción, ya que por cada tonelada de tierras raras que se extrae del suelo se producen alrededor de 12.000 metros cúbicos de residuos que contienen compuestos altamente tóxicos, como el ácido fluorhídrico, el dióxido de azufre y el ácido sulfúrico. El precio de este impacto ecológico es muy elevado para la mayoría de las naciones.