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El contrato > Jorge Bethencourt

Paulino Rivero se ha pasado el verano leyendo a Rousseau entre la fogalera de los incendios. Y de paso, echando un vistazo al acervo de las luchas de la burguesía canaria con los diferentes gobiernos de España. De ahí que como inauguración del curso político, tras el verano, haya lanzado sobre la mesa la necesidad de revisar “el contrato” entre Canarias y el Estado, que es algo en lo que siempre fuimos expertos negociantes.

Nada nuevo bajo el sol. Siempre que el Estado se enfrenta a momentos de zozobra, surgen las tensiones territoriales. Cataluña ha aprovechado para resucitar las ambiciones soberanistas. El País Vasco, con un nuevo lehendakari de mayoría nacionalista, volverá a pisar el acelerador político de la segregación. Y Canarias, que tiene que negociar un nuevo marco económico y fiscal el año próximo, hace ya una primera declaración de intenciones. Las Islas tienen razones para estar razonablemente cabreadas. La miopía de Madrid con Canarias es un asunto histórico. Y el incumplimiento de los acuerdos para financiar un territorio lejano, complicado e hiperpoblado, ha sido una constante con todos los gobiernos, de cualquier signo. Sin embargo, los problemas de las Islas no hay que buscarlos fuera, sino dentro. Creo que alguna vez Canarias debe plantearse la necesidad de eliminar su dependencia de la caridad presupuestaria de Madrid o Bruselas. La verdadera independencia no está en la política, sino en la economía. Y como paso previo a cualquier otra perspectiva, en el catecismo de un buen político debe estar la autosuficiencia económica. Nuestro modelo de desarrollo se ha basado, en las últimas décadas, en el riego a manta con todo tipo de subvenciones y ayudas que nos han hecho ineficientes, incompetentes y subsidiados. La reforma del REF es una cita con un cambio de modelo fiscal en las Islas para regresar a una economía libre de comercio y servicios. Pero para recaudar menos impuestos y aliviar a los sectores productivos de Canarias de las cargas fiscales actuales, es necesario transformar las administraciones públicas de las Islas y su peso en la economía regional. Y ese no parece el camino que se ha elegido. Al contrario.

Lo que me temo es que la batalla del nuevo REF es conseguir más incentivos económicos y más inversiones estatales, que es sólo una parte del todo y ni siquiera la más importante. Como elemento político no viene mal tener un enemigo exterior. De hecho es algo que ha funcionado siempre con eficiencia. Pero no nos engañemos. Nuestro verdadero problema somos nosotros mismos. Y nuestra solución, también.

@JLBethencourt