EFE | Islamabad (Pakistán)
El caso de la niña cristiana paquistaní encarcelada por blasfema tras quemar presuntamente hojas del Corán dio hoy un giro inesperado con la detención de un imán (autoridad religiosa islámica) sospechoso de falsear pruebas contra la menor.
Según el canal de televisión local Geo, la detención se produjo a raíz de que un testigo, Hafiz Muhammad Zubair, declarara el sábado que el imán, Jalid Yadun, añadió hojas del libro sagrado musulmán a las que supuestamente había quemado la niña, Rimsha Masih.
Zubair dijo que observó la manipulación al estar presente cuando al imán le enseñaron en una mezquita las hojas cuya quema se atribuye a la niña, lo que condujo al encarcelamiento de la niña.
Yadun compareció hoy ante el tribunal de Islamabad que juzga la presunta blasfemia, que le decretó 14 días de prisión preventiva.
La detención y encarcelamiento del imán supone un punto de inflexión en el caso después de que el tribunal aplazara ayer hasta el lunes una posible decisión de liberar a Rimsha tras la petición de la familia de la menor de cambiar la defensa de la acusada.
Rimsha se encuentra encarcelada desde que el 18 de agosto salió a buscar papel para usar como combustible en su hogar y según testigos recogió por error escritos del Corán en un ejemplar del Qaida Nurani, un método para aprender a leer el libro sagrado musulmán.
Desde entonces permanece en la prisión de Adiala, en Rawalpindi, al sur de Islamabad y la misma en la que hoy ha ingresado Yadun.
El caso ha disparado las protestas de grupos de derechos humanos locales y organizaciones religiosas musulmanas moderadas paquistaníes por lo irregular del asunto y los duros castigos estipulados en las leyes antiblasfemia vigentes en este país.
Esos grupos denuncian que las leyes antiblasfemia son con frecuencia utilizados para resolver rencillas y disputas de carácter personal y que la niña, de 14 años, padece además una deficiencia mental que le impide ser plenamente de sus actos.
El encarcelamiento de Rimsha también ha desatado una oleada de críticas en el ámbito internacional, entre las que figuró la del Departamento de Estado de EEUU, una de cuyas portavoces, Victoria Nuland, calificó el incidente de “muy inquietante”.
Nuland pidió al Gobierno de Islamabad protección “no sólo para las minorías religiosas, sino también para sus mujeres y niñas”, y días después el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, anunció la apertura de una investigación oficial sobre el asunto.
El caso ha elevado la tensión entre la mayoría musulmana y la minoría cristiana en el suburbio de Mehrabadi, en la capital paquistaní, donde vive la menor y del que han huido un millar de familias cristianas por temor a represalias de radicales islámicos.
Cientos de esas familias acamparon esta semana en un parque cercano, y reclaman desde entonces al Gobierno paquistaní que les proporcione alojamiento y garantice su seguridad hasta que puedan regresar a sus hogares.
En Pakistán, país de abrumadora mayoría musulmana, viven algo más de 160 millones de personas de los que tres o cuatro millones son cristianas, y ambas comunidades mantienen una relación marcada históricamente por el recelo cuando no la hostilidad.