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La familia que se guareció en una cueva por el incendio de Málaga creyó morir

EFE | Marbella (Málaga)

Silvana Pittin, la madre que se escondió en una cueva con dos de sus hijos de 11 y 3 años durante el incendio que afectó al municipio de Ojén y a otras cinco localidades malagueñas el pasado agosto, creyó en todo momento que iban a morir quemados o intoxicados por el humo.

En declaraciones a Efe, Silvana ha explicado cómo afectó el siniestro a su familia, que llevaba alojada en la Costa del Sol siete semanas cuando se produjo el incendio que en la madrugada del 31 de agosto quemó la vivienda, alquilada por un año y ubicada en la urbanización La Mairena, en el término de Ojén, y con ella todas sus pertenencias, enseres, bienes y recuerdos.

Silvana Pittín, de 45 años y nacionalidad belga e italiana, se dedica a la pintura, y junto a su marido y sus tres hijos, de 12, 11 y 3 años, vinieron a la costa para cambiar de vida, abrir una galería de arte y desarrollar la carrera musical del mayor de sus hijos.

De la noche del incendio ha relatado que avistaron el fuego de Coín desde su domicilio, cercano al del cantante Julio Iglesias, pero los vecinos le indicaron que iba tardar en llegar, “que teníamos tiempo hasta la madrugada” y que la policía llegaría con megáfonos para desalojar la zona.

A pesar de que este aviso nunca llegó, Silvana preparó las maletas con las “cosas importantes”, y su marido, Tomas Hering, intentó arreglar la puerta mecánica de acceso al domicilio, tanto a pie como en vehículo, que quedó bloqueada por estar en mal estado, lo que impidió la huida en coche.

No hubo tiempo para más. Durante los preparativos, “un muro de fuego” de 20 metros apareció detrás de la casa sobre las 01,30 horas, y huyeron a pie por una salida en la finca que daba acceso a un camino y que a su vez llevaba a un sendero, pero que estaba cerrado, por lo que escaparon por un hueco que había debajo.

“Sin saberlo, nos dividimos en dos”, relata Silvana, que se dirigió hacia el mar con su hijo de 11 años y su pequeña de 3, cinco perros y dos gatos, mientras Tomas ayudó a salir a un familiar de 78 años junto a su hijo de 12 y finalmente encontraron un vehículo que los llevó hasta el camino de Ojén.

La mujer corrió monte abajo con su hija en brazos y su hijo de 11 años, en la dirección contraria al viento, por un camino que conocía de hacer senderismo, se rompió un pie y descendió arrastrándose, cuando la intensidad del fuego le permitió vislumbrar otro camino, en la parte alta de una montaña.

Para llegar a él, había que atravesar un “embudo” formado por el monte, en cuya parte inferior se hallaba la cueva, una cavidad cilíndrica del tamaño de una bañera, donde se guarecieron y pensaron que iban a morir intoxicados por el humo.

Una vez allí, el fuego arrasó la zona con toda su violencia: “era inmenso”, con una luz enorme, un humo “monstruoso” y una llama de fuego como una “bomba atómica”, donde jugó con el viento durante unos cuatro minutos, aunque lo que más recuerda es el ruido, “como un avión que me estaba corriendo detrás”.

Pasado el fuego, la mujer ascendió por el camino que había visto antes al que posteriormente subieron sus otros dos hijos y finalmente llegó una patrulla de la Guardia Civil y los trasladó al hospital Costa del Sol en Marbella.

En la actualidad, el Ayuntamiento de Ojén los ha realojado en el Refugio de Juanar, que han de abandonar el lunes, sino, dice, el alcalde los llevará a la puerta del consulado de Bélgica, por lo que la familia ha manifestado el desamparo que siente ante la desatención de las administraciones públicas.

Ha indicado que no pueden recibir las ayudas estatales ya que son inquilinos y necesitan ayuda para partir de cero, como un coche viejo, un violín para su hijo, una casa, herramientas para trabajar, pinceles, pinturas o lienzos, por lo que han abierto direcciones en Internet para recabar fondos.