JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
Zonas sin cámaras, tráfico de drogas, entradas y salidas sin justificar, partes de incidencias destruidos… Los agentes de la Guardia Civil que instruyeron parte de las diligencias tras la muerte de Philipp García Zoch el 12 de noviembre de 2004 en el centro de menores Nivaria aseguraron ayer durante la vista oral que encontraron “numerosas irregularidades” en la gestión de la instalación y que así lo hicieron constar en sus informes.
En concreto, según relató uno de los agentes, “dos vigilantes actuaban como eje vertebrador de la distribución de sustancias estupefacientes en el centro, que incluso se daban en la zona de aislamiento donde se encontraba Philipp la noche en que falleció. En su declaración, el citado agente aseguró que uno de los vigilantes de seguridad bajó esa misma noche “hasta siete veces” a la zona 0, aunque las cámaras de vigilancia mostraban “saltos en el tiempo” e incluso cambiaron el lugar que se enfocaba en un determinado momento.
Por ello, la Guardia Civil sospechó que “las cámaras pudieran haber sido manipuladas”, dado que había zonas donde los menores y los propios vigilantes se movían con total libertad y no podían ser captados por las mismas. De ahí que, en su informe, el agente responsable del caso explicitó que “hubo indicios que apuntaban que pudiera ser un suicidio y otros que no”, una teoría que defiende el Ministerio Fiscal y la acusación particular. Ésta, personada en nombre de los padres de Philipp García, pide seis años de cárcel para dos de los vigilantes y cinco para los restantes acusados, a los que considera autores de un delito contra la integridad moral de las personas. Según aseguró ayer uno de los forenses que participó en la autopsia, la muerte del joven fue por asfixia, y teniendo en cuenta que no había lesiones, se determinó que fue un suicidio.
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“Mi hijo no se suicidó porque quería vivir”
Los padres de Philipp García Zoch, Manuel y Petra, dejaron claro ayer durante la vista que su hijo “quería vivir”. Aunque reconocieron que era un joven “hiperactivo” y “problemático”, aseguraron que en ningún caso manifestó tendencias suicidas. Manuel García recordó el periplo de su hijo por numerosos recursos para menores, tanto en el Archipiélago como en la Península. Según afirmó, “la Dirección General del Menor nos dijo que no podían darle más soluciones si no lo denunciábamos”. “Desde los 6 años lo estaba tratando un psiquiatra infantil, del que prescindió la Administración autonómica”, recordó Manuel García, quien explicó que en muchas ocasiones vieron “signos de golpes” en su hijo durante las visitas al centro Nivaria. En la misma línea se manifestó la madre del joven, Petra Zoch, quien insistió en que “siempre seguimos las pautas que nos daban los técnicos”. “Nunca dejamos de estar a su lado, y él sabía que tenía nuestra ayuda”, denotó Petra, quien recalcó que “mi hijo tenía mucho miedo, pero nunca tuvimos constancia de que se autolesionara o que hubiera querido suicidarse”. “Sólo me dijo que no iba a ser un chivato y que tenía ganas de salir adelante”, concluyó la madre de Philipp.
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