ÁNGULO 13 >

Habemus Papa Mortuus

POR JUANCA ROMERO HASMEN

Jamás pensé tener la oportunidad única de poder recorrer aquellos fríos pasillos, pasearme con relativa serenidad por las interminables estancias por las que en algún momento del día, el Santo Padre a buen seguro paseaba con la seguridad que solamente puede tener aquel que tiene hilo directo con Dios. Me llamó poderosamente la atención ver como en cada una de las puertas que a su vez comunicaban con otras puertas, dos rígidos y poco comunicativos soldados de la Guardia Suiza Pontificia vigilaban los límites para el visitante, que en esta insólita ocasión, era yo mismo, aquel que durante años ha escrito y hablado tanto sobre la Santa Sede y los entresijos que en ella se cuecen. Algo así como para un egiptólogo poder entrar en la gran cámara funeraria de un relevante faraón. Y es que a lo largo de los siglos no han sido pocas las historias relacionadas con el Vaticano, que debido al enorme hermetismo de la Iglesia, en rara ocasión trasciende a la opinión pública, y cuando lo consigue, lo hace de forma sesgada o totalmente distorsionada. A todos nos suena la famosa frase que dice: “Con la Iglesia hemos topado”. Para encontrar el origen de esta expresión, debemos recurrir al capítulo IX de la segunda parte del Quijote: “Con la iglesia hemos dado, Sancho”. En el afamado libro se utiliza pare referirse a la situación geográfica del templo, pero hoy en día la intencionalidad es totalmente diferente, utilizándose para referirse a los estrictos criterios morales y de Fe que han llevado a la muerte, en nombre de la iglesia, a científicos y sabios a lo largo de los siglos. Así pues, la mentada expresión hace referencia al freno que impone la iglesia al avance social, aunque se utiliza para cuestiones en las que ni siquiera la Iglesia interviene. Pero regresemos al hilo conductor que nos ocupa.

ALBINO LUCIANI - JUAN PABLO I
Albino Luciani, conocido como el Papa Juan Pablo I.

Estando entre aquellos muros de mármol, vino a mi cabeza la figura de Albino Luciani, conocido como el Papa Juan Pablo I. El 26 de agosto de 1978, tras el fallecimiento de Pablo VI, el Concilio Vaticano elige al patriarca de Venecia para que ocupe el trono de sumo pontífice. En ese momento, pocos suponen que Luciani, hombre conocido por su austeridad y humildad, iniciaría su papado con clara intención de renovar la estructura de la Iglesia y analizar los detalles pormenorizados de la economía vaticana. El nuevo Papa marcó su punto de partida poniendo sobre la mesa el deseo de que la institución eclesiástica diese ejemplo, acercándose de forma real hasta los pobres y equilibrando la balanza con los ricos, incluyendo las riquezas y privilegios de los que goza la iglesia católica. Pero su misión apenas duró 33 días. El 28 de septiembre de 1978, tras una sencilla cena, el Papa Juan Pablo I se retira a descansar a sus aposentos; esa sería la última noche con vida del Pontífice. Causa de la muerte: desconocida. El comunicado oficial decía lo siguiente: “Esta mañana, 29 de septiembre de 1978, hacia las cinco y media, el secretario particular del Papa, no habiendo encontrado al Santo Padre en la capilla, como de costumbre, le ha buscado en su habitación y le ha encontrado muerto en la cama, con la luz encendida, como si aún leyera. El médico, Dr. Renato Buzzonetti, que acudió inmediatamente, ha constatado su muerte, acaecida probablemente hacia las 23 horas del día anterior a causa de un infarto agudo de miocardio”. Lo cierto es que con el paso de los años, el comunicado oficial de la Santa Sede ha perdido toda consistencia y ha pasado a un segundo plano ante los innumerables datos que avalan la teoría de la conspiración en torno al fallecimiento de Juan Pablo I. Hoy está comprobado que el Papa estaba bien de salud. Su médico personal, el doctor Da Ros afirma que no padecía ninguna dolencia y ni siquiera tenía problemas de diabetes, colesterol… es que no había tenido ni un dolor de cabeza o una gripe que le obligarse a permanecer en cama.

Ahora se sabe que no murió de infarto, porque no hubo señales de que haya luchado contra la muerte en los últimos instantes. Además, hay que sumar al cúmulo de contradicciones, que no fue encontrado por monseñor Magee, su secretario, sino por sor Vicenza, la monja que lo cuidaba. Y es importante en este punto, conocer lo que esta monja contó: “El Papa estaba sentado en la cama, con las gafas puestas y unas hojas de papel en las manos. Tenía la cabeza ladeada hacia la derecha y una pierna estirada sobre la cama. Iniciaba una leve sonrisa”. Se cree que en realidad el Papa Juan Pablo I fue asesinado por querer revisar las estructuras de la Curia, publicar varias encíclicas sobre la colegialidad y el papel de la mujer en la iglesia, destituir al presidente del IOR (Instituto para las Obras de Religión, conocido popularmente como el Banco Vaticano), reformar la estructura del banco y enfrentarse con la masonería y la mafia que se ha establecido entre la Curia romana. A pesar de que el Vaticano lo niega, a Juan Pablo I se le hizo la autopsia y a través de ella se supo que había muerto por la ingestión de una dosis muy fuerte de un vasodilatador (contraproducente con la baja tensión que sufría el papa). Eso encajaría con la forma en la que se encontró el cuerpo; sin lucha y cayendo en un profundo sueño. La medicación no fue recetada por su médico personal, así es que tuvo que serle obligada a tomar o inyectada. Sin lugar a dudas, la muerte de Juan Pablo I está cubierta de una auténtica trama, más cercana al cine negro que a la realidad de la iglesia mayoritaria en el planeta. Y si damos por buena la teoría del asesinato del Sumo Pontífice -todo apunta a que así fue-, ¿podemos dar un nombre certero del autor material de los hechos? Evidentemente no. No le voy a negar, que existen algunos nombres que se relacionan con el hecho o por lo menos que los sitúa en el escenario de forma anómala, pero no es éste el foro apropiado para exponer esta información.

Sin entrar en menciones puntuales, se ha dicho que la Logia masónica P2 tuvo que ver en el asunto. Propaganda Due (P2), es el nombre de una logia masónica italiana que operó en el país desde 1877 hasta 1981, integrada en una organización irregular masónica. Se hizo conocida al verse involucrada en el escándalo del Banco Ambrosiano, donde el Banco Vaticano tiene enormes intereses económicos.

En definitiva, esta es una historia que aquí, en las contadas líneas de un periódico, es muy difícil de ser sintetizada. Existen cientos de para conformar la que sin duda alguna, es una de las mayores incógnitas de la Iglesia Católica contemporánea. Quizá vaya siendo el momento de descubrirlas a través de las páginas de un buen libro. ¿Se anima?