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‘La vie en rose’, por Óscar Herrera

Así le van las cosas al CD Tenerife en estos momentos, en rosa. Como la canción de Édith Piaf, lo ve todo color de rosa desde la cima de la clasificación. Todo son elogios, todo es maravilloso. Álvaro Cervera es un entrenador fantástico. Aridane es un delantero de otra categoría. Suso es un extremo ideal a pesar de sus extrarevoluciones; Quique Medina es el director deportivo ideal…y no lo niego. No digo que todo eso no sea real, pero todavía no ha llegado el invierno. Los últimos rayos del verano siguen iluminando a un equipo bien trabajado. Para el Tenerife no hay sequía y, por ahora, nadamos en la abundancia de goles y victorias. De ahí que me gustaría que estuviésemos preparados para cuando llegue el mal tiempo, para cuando alguna borrasca atraviese el Heliodoro y se atasque algún partido. Me gustaría que fuésemos capaces de esquivar los rayos cuando la tormenta se aproxime y esperar a que escampe con la misma tranquilidad que ahora. Estamos en septiembre y no quiero ser aguafiestas, pero todos sabemos que de aquí a junio esto dará alguna vuelta que otra. El Tenerife engancha y juega bien. Sus matices tácticos son esperanzadores y, aunque ante el Caudal hubo momentos de despresurización, la calidad y la paciencia evitaron el aterrizaje de emergencia al final del partido. Ahora que los vatios de felicidad de los aficionados han subido de manera ostensible (ya era hora de disfrutar un poquito), es ahora cuando debemos manejar la euforia (si la hay), con mesura y serenidad. No pretendo divagar sobre un futuro incierto pero esperanzador; sólo quiero evitar que aparezcan los extremismos cuando se tuerza algún partido. Los estímulos que nos ofrece este Tenerife son diáfanos y visibles, pero todos sabemos que la vida no siempre es rosa, y que la mejor manera de evitar frustraciones y enfados, es asimilar las derrotas con la misma naturalidad que hacemos con las victorias. Sobre todo cuando la honradez y el compromiso están presentes, y eso esta temporada, lo tenemos garantizado. Sea del color que sea.