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Mierda > Leopoldo Fernández

Lo digo con dolor. Pero mierda, o sea, excrementos humanos y de animales, más porquería, suciedad, basura y malos olores, es lo que advertí el pasado jueves mientras paseaba por varios puntos de la capital, a primera hora de la tarde, tras las primeras lluvias otoñales. Puede parecer un retrato exagerado, pero es la pura verdad, nada de visiones ni decires de terceros. Como caminante por devoción y ejercicio, he denunciado, en esta misma columna, otras cosas negativas que empañan la deseable buena imagen de la capital. Pero esta vez, lo que he visto supera todo lo razonable. En la calle Fernando Primo de Rivera, esquina a Salamanca, empleados de Emmasa tuvieron que limpiar a fondo parte del alcantarillado -lo habían hecho también días antes-, tras denuncias de los vecinos. La porquería, que salió hasta la calzada, y los malos olores duraron horas en la zona. Siguiendo hacia DIARIO DE AVISOS, muy cerca de una tienda de Movistar, el cadáver de un ratoncito ha estado junto a un semáforo tres días seguidos (hasta el mismo jueves por la tarde). En la acera del periódico, y en la próxima a los desaparecidos Multicines Greco, lo mismo que en la avenida de Madrid, los excrementos de perro denunciaban el abandono y la suciedad propias de una ciudad en franco declive. En el parque La Granja, donde han sido colocados bancos y máquinas para el ejercicio físico, faltan papeleras; las existentes no suelen limpiarse entre el viernes y el lunes, así que rebosan de restos y desperdicios de todo tipo, a los que es preciso sumar otros, en distintos lugares, de los botellones del fin de semana. Este parque tiene ratas como conejos de grandes (algunas hay también, pero sobre todo ratones, en el García Sanabria, a su vez con alcantarillas y desagües obturados) y su refugio natural es la copa de los árboles. En la acera próxima al edificio El Cabo, donde radican un juzgado y los colegios de abogados y procuradores, la tapa de una alcantarilla reventó por la mierda que acumulaba, que fue arrojada a la calle con dos grandes roedores muertos encima. Para mayor desgracia, la pestilencia la comprobó un grupo de turistas, pese al rápido trabajo de Emmasa, que intervino a fondo para arreglar el desaguisado. De todo esto se deduce que lo más urgente y prioritario para Santa Cruz es su limpieza y aseo, que en algunas zonas presenta una penosa imagen de bochorno y vergüenza. No sé si faltan medios y vigilancia, o ambas cosas a la vez, pero urge parar cuanto antes el deterioro alarmante y más visible de la capital santacrucera.