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Querido tagoror > María Montero

Ahora observen el tagoror. ¿Qué es un tagoror? Una reunión ancestral, en la época de los aborígenes guanches, en Tenerife, cuando en círculo, desde los más sabios y adultos a los jóvenes, tomaban decisiones beneficiosas, públicas y conjuntamente para todo el pueblo. El mencey era el rey, y actuaba como tal en los denominados menceyatos. Hoy, nos referimos a alcaldes y presidentes. Y tratamos de emular el antiguo derecho consuetudinario canario, con la actual ley del tagoror, sólo que esta norma vigente asfixia a los ciudadanos canarios, en lugar de defender sus intereses. Querido tagoror, ¿dónde estás?

Contamos con diversas legislaciones en vigor, pero me pregunto si son útiles, si cumplen un cometido real, o si son simple burocracia, para aislar a los canarios de su voz y su derecho a la participación social. La Ley 6/ 1986, de Iniciativa Legislativa Popular; Ley 57/2003, de Medidas para la Modernización del Gobierno Local, Reglamento Orgánico de Santa Cruz de Tenerife de 2002 o el Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana de 2005… Pero de verdad ¿sirven para algo? Según estas leyes, los ciudadanos pueden presentar hasta tres mociones en tiempo y forma, ante el concejal-presidente del tagoror, y éste se reserva el derecho de admitirlas o no, además del discutido no derecho a réplica, o la falta de democracia en este tipo de reuniones tagoror, que el 90% de las personas, vocales y asociaciones que entrevisté aseguró la futilidad de tal tagoror. Es duro, pero muchos ciudadanos canarios dejaron de acudir al supuesto tagoror. En el gobierno del exalcalde Miguel Zerolo, trataron de impulsar estas reuniones públicas, pero la experiencia hoy nos demuestra que no se cumplieron los objetivos, en Santa Cruz de Tenerife, donde se proyectaron cinco tagorores para los cinco distritos de la capital tinerfeña. Los presidentes de diversas asociaciones vecinales de Anaga, Distrito Suroeste, Ofra, o centro de la ciudad emiten la misma resolución: derogación de la ley del falso tagoror, en vigencia, y recuperación del ancestral espíritu del tagoror originario.

Con partidas presupuestarias entre 300.000 y 600.000 euros adjudicadas a cada tagoror, en sus comienzos, los vecinos santacruceros se replantean en el presente cómo se invirtieron estas dotaciones. Incluso llegaron a solicitar un porcentaje económico del tagoror, para atajar emergencias sociales. Los ciudadanos canarios se consideran preparados para recuperar este derecho legítimo, de buen uso y costumbre, y de buenas prácticas, del que gozaron en la antigüedad. Y comparto esta iniciativa con ellos. El derecho consuetudinario, no escrito, pero sí ejercido, se considera norma válida en una colectividad. Si creemos en la participación ciudadana desde los estamentos públicos, sería positivo reorganizar los tagorores en función de asociaciones vecinales, no de vocales políticos, y así poder evitar que el tagoror se convierta en una réplica de los plenos del Ayuntamiento de Santa Cruz.

Estamos duplicando servicios y acuerdos públicos que exilian la democracia canaria, al ser tan restrictivo este sistema tagoror. Si hay tagoror, que sea auténtico. Y que el concejal-presidente que corresponda ejerza una reunión real con los ciudadanos debidamente representados, y se comprometa con soluciones factibles, que, por otro lado, a veces son inviables, por la consabida crisis. Asimismo, los diferentes vecinos solicitan la dimisión de los directores de distritos y cargos de confianza, y ahorrar sueldos injustificados.

Y que estos sueldos se destinen a un tagoror verdaderamente popular, y económicamente poder ejecutar decisiones vinculantes, de acuerdo con su concejal de zona. Esto es: que vuelva el querido tagoror.