diario del coach >

Ronaldo – Por Andrés Brito

No le afecta la crisis económica porque es multimillonario. Lejos de padecer enfermedad alguna disfruta de un cuerpo en plena forma física repleto de vigor y salud. Comparte su vida con una bellísima mujer. Su carrera profesional está plagada de éxitos. Tiene millones de admiradores en el mundo y, por lo que cuentan quienes le conocen, es una persona de gustos sencillos y de educación exquisita. Pero eso no basta para que se sienta feliz. Este verano pasará a la Historia como aquel en el que el mundo supo de la tristeza de Ronaldo. ¿Triste alguien como él? ¡Naturalmente! Y por una razón muy sencilla: éxito es alcanzar los objetivos y felicidad, disfrutarlos.

Un observador superficial podría utilizar como ejemplo a esta estrella del fútbol para argumentar el consabido “el dinero no da la felicidad” pero acaso sea una simplificación de un asunto más completo. ¿Para qué Ronaldo compartió con el mundo su tristeza? ¿Qué hay en su agenda oculta tras esa frase?

Los que trabajamos con Programación Neurolingüística afirmamos que todo comportamiento humano, en alguna de sus fases, está motivado por una intención positiva al menos para quien lo ejecuta. O sea, no hacemos nada que no nos genere lo que técnicamente se denomina “ganancia secundaria”. Supongamos que Ronaldo esté cansado de que sea Messi quien se lleva todos los reconocimientos convirtiéndole a él en un eterno segundón. El haber llamado la atención, en primer término de su propio club, diciendo lo que dijo puede haberle proporcionado la cuota de atención y cariño extra de que manera habitual no obtiene. Después de todo, el que sea un ídolo de masas no tiene por qué convertirle en una persona plenamente realizada o cuya necesidad de afecto esté colmada por completo.

Piensa ahora en tu propio caso y hazte algunas preguntas poderosas: ¿qué dices a tu entorno, consciente o inconscientemente, cuando pretendes llamar la atención de quienes te rodean? ¿Ese llamar la atención responde a alguna carencia afectiva? La última vez que alguien se preocupó por ti por algo que habías dicho, ¿qué sentiste? ¿Cómo reaccionaste? Y también, ¿cómo actúas cuando alguien importante para ti te dice que está triste? ¿Te paras a analizar si es una tristeza real o si pudiese tratarse de una estrategia, consciente o inconsciente, de tu interlocutor?

“Tengo derecho a estar triste” fueron sus últimas declaraciones al respecto. Que conste que también lo tiene a manifestarlo.