sin objetividad > José Antonio Felipe Martín

Ser feliz no cuesta nada (por ahora) > José Antonio Felipe Martín

Vivimos rodeados de miedo y recortes. Miedocracia por todos lados y a todo, que conlleva recortes hasta en lo más básico, en lo que nunca se debería tocar a pesar de los tiempos que corren, la crisis y los intereses de unos y otros. El peligro de eso, de los recortes y la miedocracia, es que se extiende a todo, nada queda lejos de esa sensación de tristeza, de impotencia, de pesadumbre…, ni siquiera el fútbol.

Los valientes que ayer se guisaron en las gradas del Heliodoro, al menos muchos que yo conozco, iban con el miedo de no poder ver lo que querían, de volver a tener la sensación del año pasado; la de que no jugábamos a nada y de que no disfrutabas un pimiento. Bajo un sol de justicia, esperabas a que el San Sebastián de los Reyes no te la liara y luego el entrenador de turno, el que a don Miguel no le hubiera dado por echar aún, te contaba una milonga de que la Segunda B es casi tan complicada como la Bundesliga que tanto le gusta a mi amigo palmero Fran Herrera, twittero de Primera División.

Ayer tocó gol tempranero, menos miedos y sensaciones positivas tras el gol de Aridane. Quizás no había demasiados argumentos porque aún es pronto, pero, afortunadamente, entre tantos recortes también parece que se ha hecho lo propio con los balonazos largos como único recurso para poder llegar a la portería del rival y se ha incrementado la sensación de que cada balón hay que pelearlo hasta el final.
Eso nos lo hubieran dado el año pasado y nos hubiéramos puesto más contentos que unas castañuelas, así que es justo valorarlo.

Pero te has llevado tantos palos, recuerdas aún tan bien el partido frente a la Ponferradina, te han extendido tanto en tantos ámbitos lo de la miedocracia, que no te atreves a lanzar campanas al vuelo, más bien todo lo contrario. Crees que la defensa puede mejorar con la pelota en los pies, que el equipo puede tener más profundidad y más cosas que se te vienen a la cabeza quizás no siendo así, pero sí pensando en el miedo que te han metido en tantas cosas.