JOSÉ LUIS CÁMARA | Santa Cruz de Tenerife
El uniforme recién estrenado, la mochila cargada de libros y nervios en el estómago. Álex Oliva Albornoz empezó la semana pasada el curso en el colegio San Jerónimo de La Laguna. De 12 años de edad, Álex ha empezado Primero de la ESO. A simple vista, es un chico completamente normal, y así se comporta. De hecho, nadie diría que la retinosis pigmentaria que padece desde que nació, hace que sólo tenga un 20% de visión. A pesar de eso, y al igual que otros muchos niños con discapacidad, cursa estudios en un centro normalizado, donde es uno más. Su madre, Celia, da fe de ello. “Tiene una capacidad de adaptación increíble. Cualquiera que lo vea y no lo sepa, no se da cuenta de que tiene una deficiencia visual”, asegura.
Como Álex, 373 alumnos ciegos y con discapacidad visual grave volvieron esta semana a las aulas en el Archipiélago. De ellos, 153 en la provincia de Santa Cruz de Tenerife, según datos del Departamento de Servicios Sociales de la ONCE. En concreto, en Educación Infantil 23 alumnos son atendidos por el equipo de apoyo educativo a deficientes visuales y ciegos. En Primaria son 31; en ESO, 18; en Bachillerato, 11; en Formación Profesional, 3; en Módulos, 3; en la Universidad de La Laguna (ULL), 6; y en centros de Educación Especial y Aulas Enclave, 58 alumnos.
“La inclusión de los niños con discapacidad visual en un ámbito educativo normalizado responde a la tendencia generalizada presente en la legislación vigente de crear un único sistema donde se integren todos, prevaleciendo siempre el derecho de cualquier alumno a recibir una atención educativa equitativa y de calidad, y respetando las necesidades específicas de cada uno de ellos”, explican desde la ONCE, donde recalcan que “los profesionales que componen los 23 Equipos Específicos de Atención Educativa a personas con discapacidad visual de la organización (dos de ellos en Canarias), trabajan intensamente para planificar el conjunto de intervenciones que van a llevar a cabo durante todo el curso, con el fin de facilitar a estos alumnos, sus profesores y familias el aprendizaje. Este trabajo se desarrolla en consonancia con las administraciones públicas responsables de Educación”.
Pasados los nervios por el cambio de colegio (antes estaba en el Echeyde), Álex ya ejercía como uno más entre los alumnos de su clase. “Estoy muy contento con los compañeros y los profesores. Me han acogido muy bien y me ayudan en lo que necesito”, denota el joven tinerfeño, que tiene una mesa adaptada, una lupa, un portátil y libros en PDF con un programa que adapta los textos al ordenador.
“Desde el primer momento teníamos claro que queríamos que fuera a un centro ordinario, sobre todo porque aquí tampoco hay muchos colegios especializados”, declara su madre, que destaca que “al principio la Dirección del colegio tenía algunas reticencias, pero cuando lo conocieron se dieron cuenta que no tendría problemas”. “Mi deficiencia no me impide hacer vida normal”, recalca Álex, que anima a todos los chicos ciegos o deficientes visuales a “no tener miedo” y afrontar la discapacidad con normalidad. No en vano, él está convencido de que estudiará Arte Dramático y se convertirá en actor. Ya en su antiguo colegio participó en algunas obras de teatro, y además está escribiendo un libro.
Mientras, y al igual que el resto de familias con niños de las Islas, los padres de Álex no se librarán de los gastos que genera la vuelta al cole de sus hijos. “Hemos hecho algunos recortes en casa para que pueda tener todo el material que necesita. Por ejemplo, él necesita llevar un portátil a clase, lo que supone un gasto extra para nosotros”, arguye Celia, que agradece al Colegio San Jerónimo que le haya puesto todos los medios a su alcance y le haya facilitado una integración sin barreras.
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Planes individualizados y asesoramiento
Los equipos específicos educativos forman parte de los recursos que la ONCE y las administraciones de las comunidades autónomas establecen en los convenios de colaboración para la atención educativa a personas con ceguera o discapacidad visual grave. Están formados por distintos profesionales, expertos en distintas áreas de intervención: maestro, técnico de rehabilitación, psicólogo, pedagogo, trabajador social, instructor en tecnología accesible (tiflotecnología), etc. Para cada alumno con discapacidad visual se elabora un plan individualizado de atención, según sus necesidades, y se le asigna un maestro o educador itinerante encargado, entre otras funciones, de asesorar al centro y al profesorado de aula, asesorar y orientar a las familias y realizar un trabajo directo con el alumno.
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