a toda máquina>

Brotes psicóticos> Por Román Delgado

Adoro a la gente optimista, y si el optimismo es un enlatado de mercadotecnia política (o de barata palabrería), mejor que mejor, pues más se ríe uno. Y esto lo hago por no llorar, que, según el estado de las cosas en este país, sería lo más oportuno hoy en día. Suele ocurrir en esta nuestra España (y es algo que a menudo pasa a los políticos: qué igualitos son y qué previsibles resultan todos) que casi siempre hay uno que mete la pata hasta el fondo, afirmación que vale en su generalidad. Esta vez, tras antes pisar el charco los ministros de Interior y de Educación, incluso hasta más de lo recomendable (seguro que ya han tenido que gastar mucho en mocasines), el turno ha tocado a la ministra de Empleo y Seguridad Social, que creo que así se llama la cartera de la hoy popular ministra de Cádiz.

Fátima Báñez, con mucha gracia, ha tenido una gran ocurrencia estos días, o mejor, justo después de que este país sintiera tremendo dolor y rabia por la sangría del paro y la destrucción que ello ocasiona en familias y ciudadanos. ¡Qué pronto se olvidó Báñez de esa negrura que anteayer tuvo la desfachatez de ver brotes verdes en la economía! Perdón, quise decir la “luz al final del túnel”. Estas salidas de tono, que uno no sabe si tienen algo que ver con resacas de fino, manzanilla y mucho pescaíto, ponen a cada uno en su sitio, máxime cuando el brote, esta vez quizás psicótico, afecta a un ministro, y de Empleo, para más tormento. No sé lo que pasa con algunos políticos en este país, donde más los conozco, que, por razón inexplicable (o no), se quedan sin neuronas (los que antes ya las tenían) cuando se les pone un ilustrísimo o excelentísimo delante del señor don… Con boberías no se genera confianza, sino lo contrario: desesperación. El respeto, muy bonito. Ya es hora.

@gromandelgadog