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No me creen, no me quieren – Por Francisco Javier Torres del Castillo

Estoy seguro de que compartimos aquello de no hacer caso de habladurías y de chismes, que debemos evitar el prejuzgar y no ser partícipe ni promotor de superficiales comentarios de pasillo.

Sin embargo, con el paso de las semanas y con los primeras pruebas incriminatorias, las cosas suelen cambiar y aquello de “no me gusta hablar por hablar”, o lo de evitar los chascarrillos, se cambia, además muy fácil y rápidamente, por aquello de “… hace semanas que lo adelanté”, o también por aquello no menos popular de “… todo el mundo lo sabía; se veía venir”.

Y justamente eso es lo que ha ocurrido durante esta semana: se veía venir, y a nadie le ha sorprendido. A usted, tal vez, seguro que no, y lo que es peor: la noticia que meses atrás se convertía con toda lógica en drama nacional ha pasado como otras muchas noticias económicas que salpican los informativos, como una más. Sin sobresalir en exceso.

Es normal y hasta lógico, pues en los últimos cuatro años hemos ido perdiendo credibilidad de forma constante y a nadie le ha sorprendido que Standard & Poor’s degrade aún más el nivel de solvencia de España, en absoluto.

Quedamos a un paso de lo que será ser emisores de bonos basura, esos que tienen un elevado riesgo de impago y que, por lo tanto, nadie quiere mantener en sus carteras, pasando a ser atractivos tan solo para las inversiones más inestables, más temporales y más especulativas.

Ese paso, esa bajada de escalón, significará inmediatamente aceptar que el coste de financiación de nuestra deuda será inasumible. España suspendería pagos y además no sería la primera vez. Quizás existan aún personas o pensadores, tal vez economistas, que crean que España no debió entrar en el euro.

Lamentablemente es difícil transmitir rigor, creernos, creer que vamos a poder salir de esta dolora espiral en la que nos encontramos.

No se cree a nuestro gobierno cuando traslada una previsión de caída del 0,5% del PIB para 2013, pero menos nos creerán si el propio Banco de España, en una jornadas financieras traslada a viva voz y a través de su director de Estudios, que no son tan optimistas, y piensan más en en caídas del 1%-1,5%. Incluso el FMI, lamentándolo mucho, también corrige a España y sus cifras.

Si creen que miento, que no digo la verdad, que en el intento de pagar a mis proveedores los retrasos son cada vez mayores, si mis deudas en vez de disminuir continúan creciendo y, por lo tanto, mis interés también siguen aumentando, es muy lógico que no me crean, que no confíen en mí.

Lamentablemente, la duda empieza a ganar adeptos, y desde fuera, esos que además son de los que dependemos para saltar esta valla de la crisis, pues necesitamos su ahorro, el ahorro externo, me parece que han dejado de querernos. No confían en nosotros.

Nuestro problema es que no trasladamos credibilidad con los presupuestos del próximo año, aumentamos esas dudas, y de esta forma será muy complicado que nos quieran.

Se percibe un rechazo social a las reformas y a que éstas continúen, con lo que el margen de transformación de nuestro gobierno se va agotando, y eso tampoco se percibe bien por ese ahorro externo.

El excesivo desempleo, ese descontento social junto a la tensión política, no hace sino aumentar los riesgos de nuestra deuda y de la opinión económica externa sobre nuestro país.

Tampoco se percibe bien, desde el exterior, este país de autonomías enfrentadas, más si nos encontramos en un momento de “emergencia financiera nacional”.

Si no creen en nosotros, es normal que la Unión Europea (UE) tenga dudas a la hora de explicitar su apoyo a España, y son numerosos los matices, las segundas lecturas, a cualquier declaración optimista en el apoyo de la UE hacia nuestro país. Esto hace aún más complicado que nos crean, que nos quieran, y así será muy complicado salir.

Si no te creen, no te quieren.

*Director en Canarias de Renta 4 Banco