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El desafío de Sísifo > Ricardo Campo

La demostración irrefutable de la existencia de poderes paranormales, visitantes extraterrestres y fantasmas, de lugares “mágicos”, de la capacidad curativa de las brujerías terapéutico-alternativas y otras muchas cosas propias de las creencias ocultistas parece imposible. Son historietas con cientos de años de antigüedad que desde hace cuatro días algunos pretenden convertir el materia para el “turismo paranormal” -una forma de llenar la saca aprovechando las creencias del personal medio. Los críticos no se cansan, al igual que Sísifo elevaba una vez tras otra la roca de su condena, de pedir pruebas, aunque el resultado sea la nada. No nos cansamos, al igual que James Randi, que ofrece su premio de un millón de dólares a quien pueda probar cualquier capacidad paranormal o hecho misterioso y que tantos años lleva desierto en la web portaldemagia.net.

Así que los escépticos europeos han lanzado una campaña similar, el premio Sísifo, que entregará un millón de euros el año que viene a quien demuestre con hechos y no con propaganda, palabrería y caradura, la realidad de alguna de esas cosas enigmáticas y misteriosas que, según algunos presuntos periodistas, nos rodean constantemente. Como se asegura en las bases de la convocatoria circuloesceptico.org, el reto hace referencia a “afirmaciones que puedan ser objetivamente verificadas en presencia de nuestros testigos. La prueba será diseñada y consensuada (entre el aspirante y la entidad supervisora) de manera que los resultados sean claros e indiscutibles, y no estén sujetos a votación o evaluaciones subjetivas”. ¿Sabe quiénes están excluidos de antemano?: los magos e ilusionistas, como es lógico.

La idea parte del Consejo Europeo de Organizaciones Escépticas (ECSO) gracias a la donación de la Sociedad para la Investigación Crítica de la Pseudociencia y lo Paranormal (Skepp) de Bélgica, y en España la organización corre a cargo del Círculo Escéptico.

Una prueba preliminar que se realizará en nuestro país y la firma de un contrato pueden llevar el año que viene a Bélgica al pretendiente, donde pasará la prueba final, quizá para convertirse en la primera persona que demuestra alguna de las extravagantes afirmaciones del mudillo comercial del misterio. Si usted dice tener pruebas de que nos visitan extraterrestres, de que en ciertos caserones embrujados hay algún fantasmita perdiendo el tiempo, de que en algún barranco de la isla se ven seres blancos y lucecitas, de que puede mover objetos con el poder de la mente (sin trucos de magia o prestidigitación), de que puede predecir el futuro, de que tiene pruebas científicas de que la homeopatía cura algo, de que ha fotografiado extrañas formas luminosas, de que San Borondón existe o de que se comunica con los muertos y lo puede demostrar, es decir, que todo ello no es simple charlatanería para impactar a la parroquia de creyentes y aficionados, podría ganar un millón de euros, y luego donarlo a una institución benéfica si es su deseo.

No ponga excusas como que no le interesa el dinero o que no necesita demostrar nada a nadie: haga un acto de beneficencia donado el premio si prueba cualquier hecho “misterioso” con hechos contrastables, sin camelar a nadie con su pequeño carisma o su prestigio como novelista y ordeñador inmisericorde de la figura de Jesucristo, por poner un caso. Como le dijo James Randi a Uri Geller: “¡Hágalo o cállese, señor Geller!”.