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Un empresario italiano se encarama en la cúpula de San Pedro en protesta contra la Unión Europea

EFE | Roma

Un empresario italiano continúa encaramado a la cúpula de la basílica de San Pedro del Vaticano tras pasar toda la noche en la misma y donde mantiene desplegada una pancarta contra el Gobierno de Mario Monti y la Unión Europea.

Se trata de Marcello Di Finizio, dueño del restaurante “La Voz de la Luna”, de la ciudad nororiental italiana de Trieste, que ayer, a las 17 horas (15.00 gmt), subió como un turista más a la cúpula vaticana, saltó la verja de seguridad y se encaramó en un “ojo de buey” de la cúpula.

Allí desplegó la pancarta: “Help. Basta Monti, basta Europa, basta multinacionales. ¿Desarrollo?. Nos estáis matando a todos. Esto es sólo carnicería social”.

Según informó hoy el Vaticano, Di Finizio mantuvo anoche un largo coloquio con los ministros italianos para Asuntos Europeos, Enzo Moavero, y para Asuntos Regionales, Piero Gnudi, que le ofrecieron una entrevista en el palacio Chigi, la Presidencia del Gobierno italiano, lo que rechazó.

Di Finizio protesta contra la directiva Bolkestein de la UE, que impone que sean sacadas a subastas las concesiones de restaurantes balnearios a la orilla del mar a partir de 2015.

Aunque agentes de la Gendarmería vaticana acudieron inmediatamente al lugar para intentar convencer al empresario para que cesase su protesta, Di Finizio, que está asegurado con un arnés para evitar caerse, anunció que continuará subido a la cúpula.

La plaza de San Pedro está llena de fieles para asistir a la audiencia pública de los miércoles del papa Benedicto XVI.

Di Finizio ya se había subido a la cúpula de San Pedro el 30 de julio pasado para protestar, pero en aquella ocasión permaneció solo cuatro horas.

El restaurante de Di Finizio, “La Voz de la Luna”, situado frente al mar, fue destruido hace algunos años por un incendio, y, tras lograr su reapertura, podría perderlo por la ley europea, ya que esos terrenos pueden ser subastados.

El pasado 16 de marzo, el empresario también estuvo tres días subido a una grúa del puerto de Trieste.