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Frikis excelentes – Ylka Tapia

Friki. Estandarte de orgullo para muchos. Ahora, porque recuerdo que hace algunos años la descripción cliché de un friki era un adolescente con gafas, granos, esmirriado u obeso, cuya vida giraba en torno a películas y libros de ciencia ficción, ordenadores, cómics y videojuegos, entre otros (también unas pocas chicas con similar descripción encajaban con el término). Con el tiempo, este ha adquirido acepciones inimaginables atribuyéndose simplemente a una “persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición”, según la RAE. No estamos de acuerdo, pero al menos amplía las posibilidades.

Pues bien, hace una semana, un conjunto de presuntos frikis de la Red nos reunimos en un auditorio para entregar o recibir unos premios enfocados hacia la excelencia. Y con lo de excelencia se referían a aplaudir cómo algunas personas se ganan la vida utilizando las herramientas de internet. Hasta ahí bien. No obstante, no negaré que, a mi juicio, a la gala le faltó un poco de espíritu TIC. Aun así, celebro que se haya organizado este variopinto evento (y la oportunidad de colaborar), ya que se empieza a reconocer a un sector que mueve unos cuantos cientos de euros y en el que, como en todos los ámbitos profesionales, incursionar en terreno vallado está a la orden del día. Que no, que aquí tampoco falta la picaresca.

Harina de otro costal es si tanto las nominaciones como los ganadores fueron acertados. O si era necesaria una retransmisión por televisión. Ahí no entro yo, puesto que las críticas a este respecto no provienen de servidora. Lo fundamental es que una panda de frikis de Internet fueron homenajeados, algo insólito en una tierra como esta.

Pero no, hete aquí que esa misma panda se rasga las vestiduras y lleva unos días enfrascada en kilométricos comentarios en Facebook sobre si el jurado hizo bien las cosas, o si ofrecemos una imagen aún más casposa de la que ya de por sí solemos dar. No censuro la crítica constructiva, ojo, pero sí el despotrique barato, máxime si este nace desde el despecho. Esta sí que no es la imagen que queremos proyectar de un ‘colectivo’ (permítanme que coja con pinzas esta palabra) dividido, que luego se llena la boca con los términos “conversación”, “compartir” o qué sé yo. Cambiamos el chip o apaga y vámonos.

@malalua