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¡Getting older!> Por Ramiro Cuende Tascón

Me resulta extraño, pero me está costando ir a Macondo por la magua que me producen sus calmos y ventosos recuerdos ¡Cosas! ¿Será verdad que estoy envejeciendo?

Una entrañable amiga me recordó al ver una foto de juventud que me envió otra amiga ¡Getting older! ¿Envejeciendo? Seguro. Nos pasa a todos. Envejecemos antes de salir a escena, escondidos junto a la maternal y caliente placenta, y, a la luz, desde la cuna. Es cierto, que algunos nacen con bigote y algunas con coleta, son viejos desde bebes. Lo peor, es que algunos son rancios antes de llorar, aburridos, sordos, resabiados, y algunos como el actual y tardo moderno ministro de injusticia, idiotas. Le guste más o le guste menos, lo cierto es que cada minuto que desperdiciamos se lo lleva la vida. Más cierto aun, es que la vida se nos lleva a todos.

Al hilo de lo dicho, el otro día me encontré con un amigo de la niñez y comentamos en la despedida de otro amigo que se durmió para siempre, lo curioso que resulta el comentario de todos los entierros ¡Siempre se van los buenos! Se me encendió una luz que me hizo ver clarito una estupidez de la que no era consciente, y es que la gente ruin se entierra sola, a lo sumo con la madre que todo lo perdona. Si, nacemos, vivimos envejeciendo y morimos ¿Qué se le va a hacer, la vida?

En ocasiones, muchas, observo que cuando alguien en una conversación propone o sugiere algo, cualquiera reflexión que se aleje unas micras de los patrones al uso, rápidamente suele ser placado por algún interlocutor presente, que, eso sí, se aferra a sus vivificantes reglas y a reglar, sin ton ni son. Suelen ser personas necesitadas de un marco reglamentario que les permita vivir en calma, o, en su caso, que le deje formar parte de algún grupúsculo, o, alegrarle la existencia a algún líder o jefe existencial que se lo cree.

Esta castrante actitud vital permite subsistir a gran parte de la humanidad envuelta en sus inseguridades, si bien, la priva de disfrutar de bellas aventuras, tanto intelectuales como empresariales. Es más, las sensoriales y las emocionales se guardan bajo llave, no vaya a ser que nos hagan disfrutar en demasía y nos separen del acogedor rebaño.

Con la vejez, en su proceso, se aprenden muchas cosas. Una que me tiene perplejo es lo difícil que es ser libre o intentarlo, para serlo hay que desprenderse de tantas cosas, por desgracia, en ocasiones hasta de sentir.
Parece que sabemos mucho, pero sentimos muy poco ¡Todo se andará! Intente ser libre, dicen que vale la pena.