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Insensibles con el talento cultural> Por Ricardo Melchior Navarro*

La iniciativa de un grupo de amantes de la música, hace más de cuarenta años, hizo posible que nuestra isla dispusiera de una cita anual dedicada a la ópera. Gracias a la inquietud y el empuje de esas personas, reunidas en torno a la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Ópera (ATAO), tomaba cuerpo una cita que, con el paso del tiempo, ha crecido en prestigio y consideración. Con el apoyo del Cabildo Insular y el Gobierno de Canarias, el Festival de Ópera de Tenerife ocupa hoy un espacio destacado dentro del calendario cultural y, pese a las restricciones surgidas con la crisis económica, evidencia que el trabajo, la ilusión y la tenacidad ayudan a sacar adelante los proyectos.

Este fin de semana hemos asistido a la clausura de la cuadragésimo segunda edición del festival, con una gala lírica protagonizada por el tenor tinerfeño Celso Albelo. Encumbrado por el público y la crítica nacional e internacional como una de las grandes figuras del género operístico, su presencia ante el público local ha supuesto una muy grata noticia para todos. Porque contar entre nosotros con un artista de su prestigio, fama y caché no está, a día de hoy, al alcance de cualquiera. Y eso ha sido posible gracias al amor que tributa a su tierra y a sus gentes, con quienes ha querido compartir unos instantes dentro de su apretada agenda de actuaciones. De otra manera, seguro que hubiera resultado imposible. Además, la presencia de Celso Albelo en el festival ha venido a coincidir con una creciente participación de voces isleñas dentro de su elenco, fruto del brillante momento artístico y musical del que venimos disfrutando.

Decía recientemente la cantante María Orán, una de nuestras grandes figuras de siempre, que el nivel de voces está tan alto como nunca en la historia. Aunque por naturaleza hemos tenido buenos intérpretes, es probable que el esfuerzo hecho en materia docente haya ayudado a que nuestros cantantes figuren hoy en primera línea internacional. Y ahí están los casos de Nancy Herrera, Jorge de León, Fabiola Herrera, Gustavo Peña, Raquel Lojendio, Juan Antonio Sanabria, Agustín Prunell-Friend, Badel Albelo o Yolanda Auyanet, entre otros. Durante la presentación de la gala de clausura, el propio Celso Albelo afirmaba que esta nutrida participación de cantantes isleños no responde al hecho simple de ser de aquí, sino a que realmente valen y tienen calidad. “En las Islas –llegó a decir– hay mucho talento, no solo en la lírica sino en el mundo de la cultura en general”. Y muestra de ello, dentro del campo al que nos referimos en este artículo, conviene valorar en su justa medida el nivel que están alcanzando las producciones realizadas en casa, con recursos propios, tal y como ha quedado patente en el festival, dentro del marco del Auditorio de Tenerife.

Sin embargo, a pesar de todo lo apuntado, resulta sumamente difícil mantener esta apuesta en unas circunstancias tan complejas como las actuales. Sobre todo si el Gobierno de Mariano Rajoy persiste en su actitud de ignorar este festival, mientras sí que dedica un total de 112.000 euros al que organiza la Asociación Amigos Canarios de la Ópera de Gran Canaria.

Lo peor del caso es que esa falta de sensibilidad se hace extensible al conjunto de las actividades culturales de Tenerife y de las otras cinco islas del Archipiélago, para las que no consigna ni un solo euro dentro del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2013. Por eso queremos levantar la voz ante una situación que resulta del todo punto inadmisible.

*PRESIDENTE DEL CABILDO DE TENERIFE