retiro lo escrito - Alfonso González Jerez

Inverosímiles – Alfonso González Jerez

Se me parte el alma cuando escucho a los socialistas -exceptúo a la berroqueña Elena Valenciano Ytumás y a los rubalcabistas más despendolados- y encuentro que la solución para la crisis letal del PSOE consiste en convocar un congreso extraordinario, renovar su cúpula directiva y desvelar en el Congreso de los Diputados que Cristóbal Montoro es una cría de orco y que la socialdemocracia es el predio de la Tierra Media. La crisis política y electoral del PSOE no comenzó el pasado año. José Luis Rodríguez Zapatero no consiguió nunca mayoría absoluta en las Cortes y en las grandes ciudades españolas la caída de votos del PSOE comenzó a mediados de los años noventa.

Los profesionales liberales, los jóvenes y las clases medias han abandonado a los socialistas en las urnas progresiva pero imparablemente a lo largo de la última década. Solo la relativa fortaleza en bastiones como Andalucía y Cataluña -y un amplio rechazo al aznarismo, sus pompas y sus obras- permitieron a Rodríguez Zapatero alcanzar la Presidencia del Gobierno y afianzarse como secretario general.

Sin embargo, los problemas estructurales y las miserias programáticas del PSOE como organización y proyecto político no fueron atendidos, sino, más bien, resultaron acentuados. El poder lo era todo y todo lo legitimaba. El partido debía resignarse a actuar como los coros y danzas para la exaltación del líder y la movilización propagandística y electoral.

El zapaterismo devino una experiencia singularmente dañina para el PSOE. Fue como inyectarle alcohol en vena a un dipsomaníaco cuyo diagnóstico ya era evidente en el otoño de sangre y fuego de Felipe González. En los ministerios económicos sin duda se derrochaba dinero público; desde el liderazgo siempre ortopédico de Rodríguez Zapatero se derrocharon los retos de lo que fue, en su día, un enorme capital político y simbólico.

El aparatismo se convirtió en santo y seña, el debate interno quedó clausurado, la reflexión estratégica despreciada, la brillantez solvente exiliada del Consejo de Ministros, desde Jordi Sevilla a María Teresa de la Vega, y por último, se hizo pasar por socialdemocracia desgravaciones universales de la renta y cheques bebés.

Ah, la socialdemocracia. Cuando los socialistas modificaron la Constitución en dos tardes y empezaron los recortes alcanzaron ya su desidentificación completa y se convirtieron, como alternativa de centroizquierda, en ectoplasmas perfectamente inverosímiles.

@AlfonsoGonzlezJ