tribuna>

Los macarrones de mi madre> Por Mary Carmen Cejudo*

De vuelta de su hazaña deportivo-solidaria Runspiral 2012, Darío Dorta está recibiendo los homenajes que parecen ser más de su gusto: aquellos que surgen espontáneamente por parte de quienes le reconocen por la calle y se le acercan a mostrarle su admiración y, por qué no decirlo, su asombro de que alguien con un físico “normal” haya sido capaz de hacer un recorrido continuado de 280 kilómetros, atravesando Tenerife y finalizando con una ascensión al pico de El Teide después de haber dejado atrás, en un circuito espiral, senderos y carreteras de Santa Cruz, Las Mercedes, La Laguna, Candelaria, Granadilla, Guía de Isora, Masca, Carrizales, Teno Alto, Buenavista, Garachico y La Orotava.

Cuando Darío Dorta comenzó esta casi séptupla maratón, tuve la oportunidad de verle, más que “salir”, yo diría “surgir” desde la Plaza de España. Allí estaba su familia, amigos, seguidores (fue especialmente grato que, entre el grupo de aguerridos corredores que le acompañarían en el primer trayecto, estuviese el joven director de uno de nuestros más emblemáticos periódicos) y algún despistado de cualquier acontecer deportivo, como es mi caso, con el deseo de aplaudir la idea y el coraje de realizarla de un hombre que iba a dejarse la piel y el aliento, durante cuatro días, con el único beneficio de que las aportaciones recibidas fuesen para la Asociación Española Contra el Cáncer, como un reconocimiento a la labor que realiza y porque conoce la importancia que tienen desde sus ayudas directas en favor de los enfermos oncológicos y sus familias hasta las líneas de investigación que la Fundación Científica de la aecc cubre en forma de sus famosas becas.

Los que recibieron, en El Teide, a Darío Dorta en la final de su Runspiral 2012 me han contado que no parecía cansado. Y seguramente que no lo parecía porque había dejado atrás, en cada recodo del camino, los jirones del sufrimiento extremo de su proeza y porque, tal como dijo en unas declaraciones posteriores, llegó un momento en que “de tanto dolor, no sentía dolor”. Yo me pregunto si él será consciente de que, al margen de estos detalles personales, ha abierto una puerta a la esperanza para muchas personas que se enfrentan a la tremenda prueba de ser diagnosticado de un cáncer y a la dureza de los tratamientos adicionales. Porque si puede no ser fácil explicar a un afectado que el cáncer ya no es aquella enfermedad “maldita” contra la que, con demasiada frecuencia, se perdía, sí lo es cuando lo que les decimos es que, actualmente, se le puede ganar, enfrentándose a su dificultad con la misma energía y entusiasmo con que Darío coronó El Teide después de un trayecto tan durísimo y complejo. Y estoy segura de que todos los pacientes oncológicos y desde el principio, entienden y se solidarizan con la fuerza con la que él, con su carrera, les ha impregnado, quizás hasta sin ser consciente de ello. Lo que supone un mérito aún mayor. En cada zancada de la Runspiral 2012 latía el empeño por la llegada a “su” meta de cada enfermo de cáncer. ¡Ojalá Darío que obtengas, para tus futuros proyectos, el apoyo que muchas veces va a parar, inmerecidamente, a los que vienen de fuera! Que tengas tiempo y humor para ellos, sin abandonar a tu empresa de entrenamiento personalizado (wwwcindetenerife.com) y gracias por dejarnos así de contentos y porque con tanta sencillez confieses, hablando de dietas deportivas que “como los macarrones de su madre… nada”.

*VOLUNTARIA DE AECC