tribuna>

El ministro ni deja ni hace> Por Juan Antonio Sánchez Campos

Una mayor inversión de los poderes públicos en educación, está intrínsecamente vinculada a una mejora de resultados; es impropio declarar nula la rentabilidad obtenida a pesar de las cifras que maneja el ministro de Educación, señor Wert.

Una menor inversión es sinónimo de una mayor pérdida de oportunidades, los medios deben de ser usados convenientemente, analizados de forma adecuada para garantizar su efectividad. Pero la Administración parece entender que la manera idónea de llevarlo a cabo consiste en el recorte al sistema educativo, utilizando el despido del personal docente y las altas cifras de las tasas universitarias, que han repercutido en la precariedad económica de las familias. Si lo que quieren es acabar con el sistema público en educación van por buen camino.

Desafortunados incidentes en un centro católico de enseñanza no pueden ser el símbolo en el que se escuden los miembros del Ejecutivo para catalogar las manifestaciones de alumnos, padres y asociaciones ante la avalancha de austeridad educativa promovida por el Gobierno. Hechos que sin lugar a dudas, deben de ser castigados como merecen por parte de la autoridad competente; al igual que las actuaciones desmesuradas en las que intervinieron miembros del cuerpo antidisturbios de la policía hace apenas unos días; situaciones que no pueden quedar impunes porque son claramente incumplidoras de las normas de convivencia y armonía social establecidas. Hay que catalogar las circunstancias ajenas a la realidad que se busca, no mirar tan sólo lo que beneficie a las partes.
Pero más allá de todos estos esporádicos desmanes, queda el completo y legítimo derecho a denunciar públicamente el acoso del Ministerio de Educación por todas sus jerarquías, catalogando las manifestaciones de las partes afectadas como avanzadilla en las aspiraciones ideológicas y políticas de los partidos en la oposición.

La deriva va por otro lado muy distinto señor Wert, uno de los derechos fundamentales de los ciudadanos la educación, está por encima de guarismos políticos.

El compromiso que adquirió el Gobierno para salvaguardar ese derecho debería de estar preservado a sus ambiciones y no lo ha hecho; ha sido profundamente vulnerado por una austeridad reaccionaria. La política, para un alumno de primaria, no deja de ser “cosa de los mayores” pero, para esos mayores la educación de sus hijos está por encima de las tramas políticas.

A ver si nos enteramos de una vez por todas señor Ministro de qué va todo esto.