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Municipio solidario

Marcos y Mauri, además de estar en el mismo equipo, comparten parte de su vida cotidiana. | DA

P. PÉREZ / A. LORENZO | Santa Cruz de Tenerife

Tijarafe es un municipio de poco más de dos mil quinientos habitantes, que se sitúa en la comarca noroccidental de la isla de La Palma. Su economía está orientada, principalmente, al sector primario, con una breve irrupción en el turismo, sobre todo el relacionado con el mundo rural. Mantener un equipo en categoría nacional, como lo hace la junta directiva de la Unión Deportiva Tijarafe, es y será, un esfuerzo por encima de las posibilidades económicas reales de la comarca en la que se mueve. Sin embargo, el trabajo, callado y continuo de muchas personas, ha conseguido mantener la ilusión del fútbol en Tijarafe. Y la solidaridad y el compromiso, de sus habitantes, ha conseguido el resto.

Marcos Ramos Ojeda, jugador grancanario afincado en Tijarafe, convive con una familia del municipio, que lo ha acogido como un miembro más, como el hijo varón que Salvador Pérez Martín no ha tenido.

Marcos nos comentaba como surgió todo. “El año pasado, cuando ya participaba en el equipo, empezamos a tomar cierta afinidad. Hablábamos mucho, sobre todo después de los partidos”.
“Jugamos en casa frente al Tenisca, y luego se desarrolló una cena de hermandad con jugadores, cuadro técnico, directivos, socios, aficionados. No disponía de vehículo para acercarme hasta Tinizara, donde se encontraba la vivienda que compartíamos los jugadores de fuera de Tijarafe, y fue cuando Salvador, conocido en el pueblo por el apodo de “Chiquito” me dijo, vente a casa y duermes allí. Y desde ese momento, comparto la casa con su familia, que ahora es la mía”.
“Me siento muy agradecido, como un hijo más, y la relación con “mis nuevos padres”, y también con sus hijas, es fantástica, muy cordial. Estoy muy contento”. Ayudo en la casa, y en las labores agrícolas a Chiquito, y así van pasando mis días en Tijarafe. Mis padres también están felices, y en unas semanas, mi madre se acercará a Tijarafe a compartir unos días.
Para Salvador Pérez Martín, “Chiquito”, es una alegría tenerlo en mi casa. Coincidimos en nuestra forma de pensar, en nuestras ideas, compartimos cosas, nos ayudamos, yo en lo que puedo, y él en mis labores en el campo.

“Está adaptado a vivir en mi familia, perfectamente, y nos sentimos contentos viéndole feliz”. Colabora en todas las facetas de la casa, y no pone ninguna pega para comer, para participar en lo que necesitemos.

“Los vecinos me dicen que con esta solidaridad se avanza mucho en la vida, en las relaciones humanas, y que deberíamos todos aprender de acciones como esta”.

Ahora, cuando voy al fútbol, a ver al Tijarafe, “siento que me pongo más nervioso, más intranquilo. Que debo prestar más atención que la que antes dedicaba. Luego lo analizo, y me doy cuenta, que Marcos me representa en la cancha”.

Mauri
En el centro del Pueblo de Tijarafe, a escasos doscientos metros de la instalación deportiva, seis jugadores comparten piso, afición y convivencia. Los hay de Gran Canaria, de Colombia, de Marruecos, de Tenerife, de Fuerteventura y de Albacete. Mulbah, Mauri, Salas, García, Huberto y Pepe Contretas, señalan, claramente, el buen ambiente que se respira.

Mauri, el colombiano, es el encargado de preparar la comida. Y todos se sienten orgullosos de lo que prepara. Mauri Gaviria nos comenta, “soy el más que manda en la vivienda, y todos los demás me hacen caso. Hago la comida y les obligo a ordenar la casa, a que cada uno cumple sus funciones, para ayudarnos entre todos en esas labores domésticas, para tener una mejor convivencia”.

“Decido lo que comemos, y lo hago buscando el equilibro, compaginando la pirámide nutricional. Mis compañeros me dicen que la comida es buena, que está rica, que comen mejor que en su otra casa”.

Ninguno de esos jugadores supera los veinte años, y se han dirigido a Tijarafe para poder jugar al fútbol en competición nacional, en una categoría que les permita demostrar que pueden contar para subir de categoría.

El esfuerzo y la solidaridad de los aficionados mantienen el fútbol en Tijarafe

Mauri continuaba, “a mi me gusta mucho cocinar, y ahora lo hago incluso de mejor agrado, pues me siento reconocido por los demás, y es una manera también, de colaborar con la familia tijarafera, con el Club, con el equipo, con los propios compañeros”.

La jornada diaria no varía de la de otras personas, “nos levantamos pronto, desayunamos, subimos al campo a entrenar. Luego nos relajamos en casa, oyendo música, leyendo, jugando a la Play Station, charlando.

A eso de las 13.00, “Pepe” empieza a impacientarse, pues ya tiene hambre. Su frase siempre es la misma, “cuándo almorzamos aquí”.

“Después de preparar la comida, nos sentamos a la mesa, todos juntos, como una familia, con una convivencia excelente, de más que amigos. Recogemos la mesa, fregamos, descansamos unas horas, leyendo, hablando, o dando una vuelta por el centro del pueblo”.

“Por la tarde nos vamos otra vez al campo, para el entrenamiento ya con todos los compañeros, cuando se incorporan los que tienen otras obligaciones laborales. Al finalizar, volvemos al piso, vemos un rato la televisión, oímos música, leemos, y nos vamos a la cama”.

Pepe Contreras
José Antonio Contreras “Pepe”, ha llegado hace unas semanas de los filiales del Albacete: “la comida de Mauri es buena. Mucha pasta y pollo, pero se come muy bien. La convivencia, tanto en el piso, como en el equipo, es fenomenal. Y si no, ya está el míster para obligarnos a ello, que se encuentra a seis casas, calle abajo, desde la nuestra, y nos tiene enchufados.

Pepe Contreras habla de la convivencia en el piso, “ los compañeros son excelentes. Jóvenes, como yo, con las mismas inquietudes, las mismas ilusiones por labrarnos un nombre en el fútbol, por madurar.

Para el de Albacete, la única preocupación es Mauri, “que todos los días se mete en el baño, y se tira más de media hora ahí, encerrado”.

Y también los domingos, cuando Mauri Gaviria nos dice, “hoy no se come, que es mi día de descanso, como lo ha fijado “El Señor”.