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La playa artificial de Las Teresitas cumple cuarenta años

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

PLAYA LAS TERESITAS 1930
Playa de Las Teresitas y barrio de San Andrés, en Santa Cruz de Tenerife. Año: sobre 1930. Autor: anónimo. Foto cedida por la FEDAC.

La ciudad de Santa Cruz nunca tuvo una buena playa natural. Las que había eran demasiado pedregosas y peligrosas por los embates del mar y los fuertes vientos reinantes, y además desaparecían totalmente en las pleamares. Encima, el desarrollo portuario arrasó las antiguas playas de Ruiz, San Antonio y Los Melones. Es por ello que a principios de los años 50 el Ayuntamiento se planteó la idea de crear una playa artificial, tomando como base la existente junto al barrio pesquero de San Andrés, conocida por Las Teresitas, que tenía posibilidades de ser transformada y poseía una considerable extensión. Ya desde entonces, según reveló el investigador Pedro Medina Sanabria, se planteó también algún proyecto de urbanización que pretendía construir un hotel justo encima de la batería militar, que por supuesto fue rechazado por el Gobierno franquista.

Según narra Juan Arencibia, en 1961 el Ministerio de la Vivienda aprobó el Plan de Ordenación del barrio de San Andrés y su playa. Tres años más tarde quedó constituida la Junta de Compensación de propietarios de los terrenos que se verían afectados por la construcción de la playa y sus accesos. Los ingenieros Pompeyo Alonso y Miguel Pintor diseñan la nueva playa y, ante la evidencia de su elevado costo, idean urbanizar su entorno para así obtener financiación y crear un centro turístico de gran importancia. En 1965 fue la exposición pública del Plan Parcial.

En 1966 se aprobó el Plan de Ordenación de Las Teresitas y en 1967 el Ayuntamiento y la Junta de Compensación suscribieron un primer acuerdo. Fue el mismo año en que una Orden Ministerial autorizó las obras para empezar la tarea de hacer realidad una playa útil y digna para la capital. En 1970 el Consejo de Ministros aprobó la reforma del Plan de Ordenación Urbana de aquella zona. Lo primero se construyó fue la escollera de protección, de un kilómetro de longitud y emplazada a 150 metros de la orilla, que convirtió la playa aun de arena negra en una inmensa piscina salada bien protegida de las olas. La arena blanca que hoy la cubre se trajo entonces de la provincia española del Sahara Occidental, del desierto del Sahara. En total, se transportaron en barco cuatro millones de sacos de arena rubia que tapizaron el casi kilómetro y medio de longitud de la playa, por 60 metros de anchura media.

El origen africano de la arena dio pábulo a toda clase de comentarios en la Isla y leyendas urbanas como la supuesta aparición de escorpiones y otro animales exóticos. La playa de Las Teresitas fue una gran obra que culminó en 1972, hace ahora justo cuarenta años. Siempre ha estado rodeada de ambiciosos intereses especulativos, intereses que aún persisten.