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Quiebra del Estado> Por Jorge Bethencourt

Cita Ortega que Mommsen, en su Historia Romana, afirma con razón que “la historia de toda nación (…) es un vasto sistema de incorporación”. Y lo hace para señalar, a lo largo de su España Invertebrada, la anomalía de una nación en la que los esfuerzos se dirigen a la desintegración.

Yo creo que a estas alturas de la película nadie se debe escandalizar porque alguien ponga sobre la mesa el cambio del modelo de Estado. Si esto no funciona, lo normal sería cambiarlo. El problema es que lo han puesto fuera de la mesa. Y lo han puesto en Cataluña, que es donde se ponen las cosas constitucionales en los balcones.

El inicio de la campaña electoral de CiU está centrado en el proceso de independencia que los nacionalistas catalanes quieren esgrimir como bandera. Si es una simple treta política, para arañar votos de su izquierda, malo. Porque son capaces de incorporar un factor de desestabilización política como herramienta electoral. Si es cierto, peor, porque implica que están dispuestos a actuar desde fuera del orden constitucional -de la ley de leyes- para forzar una reforma del Estado que se puede promover dentro del propio texto del que se salen por peteneras.

El contexto de crisis profunda que vive España -de valores, de credibilidad institucional, de convivencia, económica y de hacienda pública- hace que encender una mecha sea extremadamente peligroso. Ya sea en las calles que rodean las Cortes ya sea en la periferia, en un país rico que está harto de sufragar con sus impuestos el nivel de vida de otros territorios y conciudadanos más pobres.

¿Se quiebra el Estado de las Autonomías del 78 porque no funciona el modelo o porque la crisis ha puesto al Estado en bancarrota? La ruina de las haciendas públicas no entiende de teología política y ha barrido por igual sistemas federales o centralistas. Lo que se ha quebrado es un modelo de bienestar basado en un enorme peso del gasto público en la economía privada, en un exceso de planificación e intervención en los sectores económicos y en un crecimiento oncológico de las estructuras institucionales y sus costos.

Pero la respuesta es en clave modelo político. Y antagónica. Fuerzas centrífugas contra fuerzas centrípetas. La misma inútil estupidez de siempre. Rajoy quiere “recentralizar” España. Pues bien, la administración central tiene hoy el doble de empleados y cargos que a comienzos de los 80, antes de empezar a ceder competencias a las autonomías. Menos de la mitad de las competencias y el doble de efectivos. Y no pasa nada.
@JLBethencourt