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23 años dando oxígeno al plátano

Leopoldo Cólogan
Leopoldo Cólogan, en un retrato reciente realizado cerca de la sede de DIARIO DE AVISOS, en Santa Cruz de Tenerife. / SERGIO MÉNDEZ

ROMÁN DELGADO | Santa Cruz de Tenerife

Leopoldo Cólogan Ponte ha sido un auténtico visionario en esto de la defensa, muy difícil, por cierto, de las producciones comunitarias de plátanos, a las que la Comunidad Autónoma de Canarias aporta nada más y nada menos que en torno al 50% de la oferta total de la Unión Europea (UE), con una cifra media de comercialización que se halla en la horquilla de 400.000 a 420.000 toneladas por año.

Cólogan, conocido en casi todos los rincones de Europa y de América por su vital, constante y bien organizada defensa del plátano comunitario, es un hombre de extensa y notable trayectoria en el sector primario de las Islas, en el que ha ocupado varios puestos de representación, por ejemplo, el de presidente de la organización profesional agraria Asaga o de la Asociación de Productores de Plátanos de Canarias (Asprocan). Esta persona tan apasionada y ligada al campo isleño es hoy el representante de la entidad multiterritorial Asociación de Productores Europeos de Bananas (APEB), en cuya organización siempre ha sido el líder; esto es, desde su fundación hace 23 años en un cónclave de plataneros europeos celebrado en la ciudad tinerfeña de Puerto de la Cruz. En ese mismo foro, un Cólogan con manifiestas dotes visionarias apostó, junto a otros, por la creación de la APEB, lo que se logró el 21 de noviembre del año 1989, antes de que Canarias se integrara de forma plena, con políticas transitorias y algunas exenciones, en la UE.

Esta situación se consolidó en el año 1991 y se notó de lleno a partir del 1 de enero de 1992. Desde entonces, mucho ha llovido y mucho plátano de las Islas y del resto de regiones ultraperiféricas (RUP) de la UE se ha vendido en el mercado único. Claro que sí, pero conseguirlo no ha sido fácil, nada fácil.

Cólogan no solo fue clave en la constitución de la APEB durante aquellos días de reunión de profesionales y empresarios del plátano en Puerto de la Cruz, sino que antes de ese hito ya estaba dale que te pego con el propósito de aglutinar esfuerzos empresariales, políticos e institucionales que condujeran al cambio de modelo de integración de Canarias en la UE (con respaldo unánime del Parlamento regional en diciembre de 1989). En el momento de la adhesión de España (el mismo que el de Portugal) a la entonces Comunidad Económica Europea, en 1986, Canarias quedó al margen; o sea, fuera del marco de políticas comunes. ¿Un error? Si se examina lo que pasó después y el giro que se dio al modelo conocido como Protocolo 2, seguro que sí, pues, tras el año 1986, en especial por el impulso de los intereses agrarios locales, solo se pensaba en dar la vuelta a la tortilla, lo que se logró con varias decisiones del Consejo Europeo de 1991 y el cambio radical en el sistema de relación con la Unión aplicable desde el 1 de enero de 1992. Esta historia es clave para poder entender lo que luego ocurrió con el plátano de las Islas (y del resto de las RUP), sobre todo la pérdida de la reserva del mercado español para la fruta de origen canario y la llegada de la Organización Común del Mercado (OCM) del plátano a partir del 1 de julio de 1993, es decir, en el segundo semestre de ese año. Tras este hito, ha habido aventuras, desventuras, logros, amenazas y guerras, y en todo esto siempre ha estado la APEB, con balance notable en la defensa de los plataneros de la UE.

De esa manera, el plátano canario entró de lleno en la UE y ya su futuro quedó vinculado a decisiones del Consejo y de la Comisión Europea, y de forma omnipresente a la OCM del plátano, que pasó de ser un marco regulatorio bendecido y alabado por todos los productores comunitarios a convertirse en el rosario de la aurora.

EL PROCESO DE DESARME

Y esto por la desaparición de piezas clave de protección de la oferta platanera de la UE que se hallaban en su seno y fueron abolidas, poco a poco y tras decisiones de la Organización Mundial de Comercio (OMC), por los propios miedos de las instituciones comunitarias derivados de presiones internas, por las incansables batallas lideradas por las multinacionales comercializadoras de origen estadounidense y por los países productores de banano en América, todo con el objeto de lograr la voladura de la OCM y la llegada más fácil, sencilla y lo más desregulada posible de la fruta importada al mejor mercado que tiene hoy en día el plátano en el mundo.

Y así, desde aquel 1 de julio de 1993 hasta el 1 de enero de 2007, cuando el plátano de las RUP se mete en el cajón del programa Posei, tras la desaparición completa de la OCM del plátano, se puede decir que pasa de todo, y malo, bajo la atenta mirada y la continua intervención de la propia APEB. En ese periodo, casi solo hay castigos, y muy duros, a los intereses de los productores comunitarios de plátanos, entre ellos los canarios, que son los que siempre han tenido más peso en ese colectivo agrario de la UE.

CAPACIDAD DE ADAPTACIÓN

Del modelo de apoyo y defensa establecido por la OCM, con las clásicas tres patas: ayuda compensatoria por pérdida de renta, sistema de control de las importaciones de terceros países con contingentes arancelarios y reparto de licencias para la entrada de banano, se pasó en unos años a la exclusiva fórmula conocida como Posei, en la que, tras el consenso de los productores comunitarios sintetizado en el Acuerdo de Madeira (previo a esa solución), solo permanece la ayuda a los productores comunitarios (141 millones de euros por año en las Islas), que en este caso, aunque es equivalente a la mencionada para la OCM, se paga por superficie cultivada (herramienta para eludir más problemas con la OMC); antes, en la OCM, era a la producción de plátano comercializado.

En este largo y tortuoso viaje, que podemos convenir que se inicia con la entrada de España en la Comunidad Europea (en aquel 1986, con Felipe González, del PSOE, como presidente) y la posterior incorporación plena de las Islas en 1992, lo más importante ha sido, sin duda, y es justo lo que subraya para DIARIO DE AVISOS el presidente de la APEB, Leopoldo Cólogan, que Canarias, como el resto de regiones productoras de plátano de la Unión, ha podido mantener sus 9.500 hectáreas de cultivo de platanera y también el número de agricultores vinculados a esta actividad.

Esto, incluso sin entrar de lleno en el análisis de los detalles de lo ocurrido en el periodo 1993-2012, sí que es un verdadero milagro, y este tanto en su mayor parte se lo debe anotar la APEB. En ello, como en tantas otras cosas, parece que no hay discusión. Vamos, que, emulando al narrador guatemalteco Augusto Monterroso, el plátano todavía está aquí, en el Archipiélago: vivito y coleando.

Cólogan repite con insistencia, con machacona insistencia, que el éxito logrado hasta hoy, la supervivencia del plátano comunitario, se debe principalmente a la “unidad de acción”, a la unión total en torno a esos objetivos, lo que ha permitido que “cualquier grupo no pueda desarmar esto”.

Leopoldo Cólogan
Leopoldo Cólogan. / SERGIO MÉNDEZ

MENSAJE DIRECTO

Y es que, como recuerda el responsable de la APEB, solo en Canarias hay unos 10.000 productores que dependen del plátano, y esto es una “gran responsabilidad”, algo que “no se puede olvidar” de ninguna de las maneras cuando se está en el frente de batalla; o sea, en el lugar en que Cólogan lleva desde aquel noviembre de 1989, el mes y el año en que nació la APEB. También es verdad que en su caso hay que añadir muchos años anteriores más en su currículo sobre la defensa del plátano, que Cólogan empezó casi desde chico en esto, como se suele decir en el campo.

La transición del plátano ha sido vertiginosa y en ella aparecen derrotas, pero también victorias, como las que detalla el presidente de la APEB: Canarias antes del año 1993 contaba con 76 entidades exportadoras, y de estas, con la OCM, se pasó a 24, para hoy lograr la cifra de seis, que aún se puede reducir más, aunque “no se debería llegar a la fórmula de tener una sola, que el agricultor platanero siempre debe disponer de la opción de elegir dónde estar”, sentencia Leopoldo Cólogan, con lo que lo ideal puede ser confluir hasta el mínimo de “dos organizaciones de productores de plátano” (OPP) en las Islas.

Como retos de futuro del sector productor canario, Cólogan alude de manera veloz y casi sin pensarlo a los que se detallan: la unión sin fisuras de todas las OPP en torno a Asprocan; o sea, “potenciar Asprocan a tope” (y de camino adelanta que la díscola OPP Europlátano pronto regresará al seno de esa entidad), incluso dando a esa organización “mucho más protagonismo en el mercado, para conseguir precios estables en la venta en verde, valores que sean más razonables, y para que lidere la función de implantar normas de calidad para esta fruta”.

Respecto a los precios de comercialización en verde, añade Cólogan, se debe tener en cuenta que, “cuanto estos más suben para el plátano de las Islas en el mercado peninsular, más banano entra”. De ahí que “la política anárquica de precios que a veces se percibe en los mercados no dé resultado alguno; no sirve de nada”.

Estos fenómenos los debe controlar la propia Asprocan, con lo que esta entidad aglutinadora de todas las OPP plataneras de las Islas tiene dos grandes retos por delante: “La implantación de normas de calidad para la fruta y la gestión de la política de precios que más estabilidad dé al valor de transacción de la fruta isleña en los mercados comunitarios”, prácticamente hoy todos localizados en la Península.

El objetivo siempre es vender y hacerlo al mejor precio posible, algo normal en los negocios. Pero quizás el sector del plátano canario deba plantearse de una vez que le afecta algo diferente, que es que en la actualidad, y casi con total seguridad en el futuro más cercano, seguirá comercializando casi toda su fruta en los mercados españoles.

Por esta razón, también obvia, Leopoldo Cólogan recalca, insiste y subraya que “no se pueden perder dos cosas vitales que el plátano de las Islas ha sabido conservar” a lo largo de su historia: “La corriente de simpatía que este genera en los puntos de venta españoles” y “el objetivo de mantener”, sea como fuere, “el mercado tradicional del plátano canario, donde las Islas han podido vender hasta entre 450.000 y 470.000 toneladas de plátano por año”.

“Mantener el mercado tradicional es clave”, y a esto deben ayudar mucho las campañas publicitarias, dice Cólogan, que hoy lleva la entidad Asprocan. También queda el reto de salir bien en la foto de los nuevos presupuestos de la UE, los del periodo 2014-2020, ahora en discusión. En eso está ahora, tras la alegría reciente de los 20 millones de ayuda en pago único para el plátano de las Islas (40 para las RUP).

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La buena noticia

El pasado 13 de noviembre fue una jornada feliz para el plátano comunitario. Ese día se difundió que el Parlamento, el Consejo y la Comisión Europea (el llamado Trílogo) alcanzaron un acuerdo político pleno y cerrado sobre la modificación del reglamento base del programa Posei de las RUP, entre ellas Canarias. El ponente de la reforma fue el eurodiputado canario Gabriel Mato, y el pacto político incluyó, entre otras medidas notables, el mantenimiento, por ahora, de la ficha financiera del Posei tal cual está hoy y una partida financiera adicional de 40 millones de euros para los productores de plátanos de las RUP, que será un pago único a realizar en 2013 (antes del 30 de junio) y que servirá para compensar a los productores comunitarios por las últimas reducciones arancelarias aplicadas a las importaciones de terceros países. Canarias, por ser el principal productor de las RUP, se lleva la mejor parte, con 20,24 millones. Según la APEB (foto de su fundación en 1989), ese acuerdo no elimina el riesgo de revisión de la ficha financiera del Posei en 2013. Por ello, la APEB dice que ahora el trabajo consiste en mantener el nivel de ayudas del plátano en el septenio 2014-2020. Otro reto más.

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