las pequeñas cosas>

Falta de consenso> Irma Cervino

No entiendo cómo el rey ha tardado tan poco en recuperarse de su operación de cadera y Úrsula sigue todavía renqueante en el hospital. Yo creo que es por los huevos. Me refiero a los huevos fritos que, según Rajoy, se comió el monarca a la mañana siguiente de la operación, lo que a juicio del presidente del Gobierno justificaba su buen estado. No sé si en el hospital de Úrsula dan huevos fritos para desayunar.

En cuanto a Brígida, la hermanísima de la presidenta de la comunidad, está totalmente recuperada. Después del contratiempo con el turrón, ya está dándole a la lengua otra vez, gracias a la nueva dentadura postiza que le enviaron desde Brasil. Si es que no hay bien que mil años dure. Y digo yo: lo que tardan algunos envíos y lo rápido que llegó este. En fin, que ya le devolví la presidencia accidental que solo me duró una semana. ¿Para qué más?

Si es que en este edificio las cosas no andan nada bien y todo por culpa de la falta de consenso entre los vecinos por los adornos navideños.

Todos los años por estas fechas ponemos un árbol en el hueco que queda al lado del cuarto de contadores y montamos un portal precioso debajo de los buzones. Pero, el otro día, Benedicto, que vive en el ático y es seminarista, anunció que él se encargaría este año de supervisarlo porque -asegura- durante siglos hemos cometido aberraciones que muy poco tienen que ver con la historia. “Nada de buey ni de mula”, amenazó, basándose en las recientes declaraciones del papa donde negaba que estos animales estuvieran presentes en el Belén.

Como era lógico, la protesta no tardó en llegar. La primera fue la abuela de los Padilla que gritó por toda la escalera que la tradición no se cambia y recordó que como ella es la encargada de guardar las figuritas, también es la responsable de cualquier decisión que se tome al respecto. La señora sentenció que “sí o sí” habrá buey y mula y añadió que si el del ático se pone tontito, coloca un dogo canario también.

Carmela, la que limpia la escalera, salió en defensa de Benedicto, aunque lo hace por su propio interés porque le escuché decir que, si no se ponen, son dos figuras menos que limpiar durante un mes.

En contra del ajuste histórico también se pronunció Bernabé, el taxista, que anda liado con la grabación de la serie Taxi in the City pero que la otra noche, cuando regresó del rodaje y se enteró de la discusión, saltó como un zepelín y se presentó en casa de Brígida a decirle que si se cargan al buey y a la mula retira la publicidad que tanto interés tenía la presidenta que llevara en el taxi. Y así están las cosas, a la espera de qué ocurrirá mañana que es cuando aquí se armará el Belén.