soliloquios>

Hacia Belén iba una burra> Por Ramiro Cuende Tascón

Rin Rin… Sigue lloviendo, me gusta mojarme bajo la lluvia, a poder ser no lejos de una ducha. Después un libro, el sofá o la mesa de trabajo. Mis endorfinas se alegran con el agua y me permiten soportar con cuna las noticias de cada día. Las de esta última semana necesitan endorfinas.

Cuando leí a Joaquín Estefanía decir que una de las características de la crisis es la velocidad de vértigo con la que se transforma. No pensé que la transformación diera para tanto. O se han vuelto todos locos, o el egocentrismo de algunos raya en lo obsceno.
De algunos no tenía ni la menor duda, otras y otros me sorprenden como las ventanas de Maestro Nino que se abrían herméticamente. Por ejemplo, las declaraciones sobre los desahucios de la exministra Trujillo me parecen impropias e incoherentes. Entre otras cosas por nimias, porque viniendo de una supuesta socialista, son irreverentes. Aun recuerdo con admiración sus planteamientos sobre la casa mínima. ¿Cuántos se mofaron y la ridiculizaron por aquella excelente idea?

No tenía ninguna duda sobre Mas i Gavarró, alias Catalufo. Me recuerda al solterito de oro, a Arthur, aquel que se pasaba el día cargado. A este, para heredar le han puesto otra prueba, la de difuminar, como sea, su desfachatez y su pérfida política. Cataluña está al borde de la ruina, gracias a sus alegrías. Hace unos días, un catalán le escribió una carta que entre otras verdades, rezaba: la culpa no siempre es de Madrid y explicaba el derroche del caballerete. Es más, Mas padece de voracidad o de hurguismo, no sé si por su apellido o por su totizo.

Aznar y Ratzinger son el súmmun, el primero ya lo era para mí, pero lo de las memorias de la pasada semana me supera. El segundo don Benedicto por lo de la infalibilidad que no se cree ni él. Lo que Anzar le hace al actual presidente Rajoy es impresentable. Me temo que junto a Impedancia y otros compañeros del colegio de las FAE le estén haciendo una cama de película. La conversación con el rey sobre las notas sucesorias de su libreta azul en el avión hacia República es de chiste.

Lo mejor, por anecdótico, lo de Ratzinger y el portal de toda la vida, ya no se sabe si de Belén. Según Ratzinger en el portal de Belén no había animales; ni mula, ni buey, ni ningún otro. ¿Y el bueno de San José? Para mí el más normal, un hombre enamorado de su chica.

Entre ¿Mourinho, Anzar y Torombolo?, me quedo con Ratzinger. Lo importante es que usted y yo no perdamos, la dignidad. ¡Ah!, ni la capacidad de divertirnos.