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Tacoronte, el pueblo canario que más plata recibió de México

Tacoronte plaza del Cristo sobre 1890

[apunte]PIE DE FOTO. Autor: desconocido. Año: sobre 1890. Lugar: plaza del Cristo de Tacoronte. Archivo: imagen cedida por la Fundación para la Etnografía y el Desarrollo de la Artesanía de Canarias (FEDAC)[/apunte]

AGUSTÍN M. GONZÁLEZ | Santa Cruz de Tenerife

El Cristo de Tacoronte es una de las imágenes religiosas que más fervor despiertan en la isla de Tenerife desde muy antiguo. El escritor Enrique Acosta recoge en uno de sus libros que se sabe que esta imagen se venera en la parroquia de Tacoronte desde 1662, aunque no está claro cómo llegó al pueblo. Un halo de misterio rodea el origen de esta talla que en su tiempo causó sensación por su aspecto sobrecogedor y, además, por su estética insólita e innovadora.

Tanto fue así que, según escribió el profesor Jesús Hernández Perera, hasta causó preocupación a los comisarios del Santo Oficio, cuatro de los cuales llegaron a la Isla a mediados de 1662 para conocer la imagen y evaluar su idoneidad para el culto público. Superado ese examen, de inmediato se convirtió el Cristo en el principal emblema de los tacoronteros, que lo mantenían muy presente en sus vidas, hasta aquellos que emigraban a otras tierras en busca de un futuro que la Isla no podía ofrecer. Se produjo entonces un efecto sorprendente. La prosperidad que alcanzaron muchos emigrantes de la localidad enriqueció sobremanera el patrimonio religioso del municipio.

Lo recoge el historiador Manuel Hernández en su libro La emigración Canaria a América, donde detalla, por ejemplo, que Francisco Gutiérrez, un opulento comerciante de Tacoronte asentado en Caracas, donó al convento de San Agustín y a la iglesia parroquial de su pueblo 1.200 pesos para una fiesta anual con misa, sermón y procesión al Cristo, además de 200 pesos para Santa Catalina. Enrique Acosta destaca también que son muchos los tacoronteros que hicieron fortuna allende los mares y fueron las diferentes iglesias y ermitas de la localidad las que más beneficios obtuvieron de esas riquezas.

El profesor Hernández Perera afirmó que “Tacoronte es la población de Canarias que atesora más plata poblana”, de Puebla, México. Uno de los grandes donantes fue el más rico comerciante de Cuba de mediados del siglo XVIII, el tacorontero Diego Antonio Marrero, director de la Compañía de La Habana, empresa que tenía el monopolio sobre el tráfico marítimo entre la Península y Cuba. También poseía un ingenio azucarero en La Habana con el sugestivo nombre de Cristo de Tacoronte. En 1774 envió dinero para la construcción de las capillas de Las Angustias y Los Dolores del convento agustino. Por ello se le asignaron todas las sepulturas delante del altar. Jamás regresó a su tierra.

Otro caso es el de Andrés Álvarez, tacorontero avecindado y fallecido en Puebla de los Ángeles, quien en 1738 mandó de limosna a la iglesia de Tacoronte una lámpara de plata de 75 libras, una custodia de plata sobredorada, seis candelabros de plata, dos cálices y un copón. Asimismo, donó una lámpara de 53 libras, dos cálices y un copón al convento. Y así hicieron otros muchos ricos emigrantes, por devoción al Cristo de Tacoronte y por amor al pueblo en el que nacieron y al que nunca pudieron olvidar.