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El Teide, único volcán de Canarias que podría tener una erupción similar al Vesubio

EFE | Santa Cruz de Tenerife

Una erupción pliniana, altamente explosiva como cuando el volcán Vesubio destruyó Pompeya y Herculano, sólo podría darse actualmente en Canarias en la zona central de Tenerife, a partir de una cámara magmática evolucionada y residual bajo el Teide.

Así lo indica en una entrevista Julio de la Nuez, profesor titular del Departamento de Edafología y Geología de la Universidad de La Laguna, y que ha impartido una conferencia sobre el “Vulcanismo explosivo en Canarias: erupciones plinianas e hidromagmáticas” en el III Curso de Patrimonio Geológico del Museo de la Naturaleza y el Hombre de Tenerife.

Julio de la Nuez explica que en determinadas épocas de Canarias se han dado erupciones altamente explosivas y peligrosas, como las plinianas, que deben su nombre al historiador romano Plinio, testigo de la erupción del Vesubio que destruyó Pompeya y Herculano.

En Canarias el único lugar donde podría darse una erupción de este tipo es en la zona central de Tenerife, en el área de las Cañadas del Teide y alrededores, porque existe una cámara magmática evolucionada y residual.

Detalla el geólogo que los fundidos basálticos más comunes proceden de capas de gran profundidad, a decenas de kilómetros o más en el manto, y normalmente llegan rápidamente a la superficie y producen una erupción sin apenas tiempo para que ese material fundido evolucione.

Pero puede ser, y esto ha ocurrido en Tenerife y Gran Canaria hace millones de años, que esos fundidos se paralicen, se queden en una cámara o lugar intermedio a poca profundidad -5 o 10 kilómetros- durante mucho tiempo y por lo tanto evolucionen, es decir, que cambien su composición a otra distinta: más viscosa y con mayor contenido en gases que pueden generar erupciones altamente explosivas.

Ello se debe a que el fundido basáltico, al tiempo que se va enfriando, pierde parte de sus minerales, que se separan y cambian su composición a otra con mayor contenido en sílices (más viscosa) y al mismo tiempo se acumula mayor cantidad de gases.

Toda esa composición nueva no tiene las propiedades anteriores “más tranquilas” y a lo largo de varios miles de años va evolucionando hasta generar erupciones altamente explosivas.

El último proceso eruptivo de este tipo ocurrió hace unos 2.000 años y originó Montaña Blanca, en las proximidades del Teide, detalla Julio de la Nuez, quien precisa que una erupción pliniana como la del Vesubio que destruyó Pompeya y la del volcán Saint Helens en Estados Unidos podría afectar a la isla completa.

En Tenerife se han producido erupciones altamente explosivas hace más de 200.000 años, en plena ebullición de la cámara magmática bajo la caldera de Las Cañadas, y algunas arrasaron la isla casi en su totalidad.

Un testimonio de estos procesos son los estratos de color blanco – producidos por la caída de piedra pómez- que llegaron a tapizar toda la isla y que se detectan en zonas como Santa Cruz de Tenerife y Bajamar, en La Laguna.

“Lo bueno es que erupciones de este tipo son muy espaciadas en el tiempo y no suelen ser duraderas. En el caso del Saint Helens en Washington, en 1980, duró sólo unos días. Fue violenta y rápida ya que en cuestión de minutos se produjo una explosión enorme que arrasó varios kilómetros alrededor del volcán”, explica el investigador.

En este tipo de erupciones también hay señales precursoras que alertan del proceso, pues el material de la cámara magmática se tiene que abrir paso a 5 o 7 kilómetros de profundidad y al ser viscoso, produce mucha sismicidad.

En el caso de las erupciones hidromagmáticas, también son altamente explosivas y se pueden producir en cualquier momento si el proceso ocurre cerca del litoral y en las condiciones apropiadas para que el magma se mezcle con agua marina o subterránea.

Ello podría haber ocurrido en la erupción submarina registrada hace un año en aguas de El Hierro si se hubiera producido más cerca de tierra y a menor profundidad.

En Canarias ha habido erupciones hidromagmáticas en la caldera de Alegranza, de Montaña Clara, la caldera blanca de Lanzarote y la caldereta de Santa Cruz de La Palma, entre otras.

Precisamente la capital palmera está enclavada justo en medio de la caldera provocada por esa erupción hidromagmática registrada hace miles de años.

Una erupción de este tipo se produce cuando el agua marina o subterránea entra en el conducto del magma y se convierte en vapor de forma muy rápida, lo que aumenta la presión en el conducto y origina explosiones, añade Julio de la Nuez.

Precisa el geólogo que la primera fase de la erupción del volcán San Juan de La Palma en 1949 tuvo carácter hidromagmático al afectar a un acuífero, lo que produjo explosiones anómalas que luego derivaron hacia una erupción más tranquila, de tipo estromboliana.