Ignoro si, como dicen, 2013 será peor que 2012. El año pasado no quise creerlo e hice mal. Intuyo, eso sí, que estaré de mucho peor humor. En serio que me gustaría pertenecer a esa clase de optimistas irredentos, que te llenan el Facebook de mensajes positivos y de claves de autoayuda para consumo ligero sobre fotos de paisajes, pero qué va, no me nace. Fuera de las redes sociales hace mucho frío, y nadie te abriga con la manta de la adulación.

Los pobres de siempre serán más pobres, y habrá pobres nuevos compitiendo por un trozo de su pobreza, lo cual dará pie a más caridad entendida como un producto cosmético, algo que ponerse para estar más guapo y que todo el mundo te admire y te alabe, qué gran corazón el tuyo, y para qué molestarnos en luchar contra las causas de la miseria, si podemos dar una migaja de lo que nos sobra y dormir a pierna suelta.

En enero, TVE emitirá una entrevista realizada por Jesús Hermida al Rey (impagable estrategia promocional de la tercera temporada de The Walking Dead), en la que se eludirán temas como la caza de elefantes o los negocios creativos del yerno real. Como calentura inaugural del año no está nada mal, pero temo en qué niveles de encabronamiento pueda terminar el año.

Va a ser un año largo, donde la realidad más atroz y la irrealidad más desconcertante van a entremezclarse de forma que al final no distingamos entre una y otra, y sólo sepamos que estamos furiosos.