Vamos a estrenar año y normalmente los buenos propósitos nos inundan. Nuestra filosofía de vida es la de superarnos para ser personas mejores. Es muy usual intentar dejar de fumar (el que lo hace), hacer más ejercicio (para el que no se mueva), leer más libros, compartir con el prójimo, etcétera. ¡Ja! Este año, ¡ni hablar! Este año hay que ser malos. Muy malos. Fíjese lo que ha ocurrido en el año 2012: los bancos quiebran y se les regalan 50.000 millones de euros por su desfalco. Mientras sus consejos de administración siguen comiendo caviar y marisco fresco, nosotros nos encargamos de pagarlo más a través de la deuda pública.
Nuestro dinero, en lugar de sufragar bienes y servicios públicos, se destinará al sistema financiero. Por eso en 2013, pida dinero. Mucho dinero. No actúe como un desgraciado pidiendo 60.000 euros.
Con eso lo tendrán cogido por donde más duele y usted no será un problema para el resto, sino un irresponsable por haber vivido por encima de sus posibilidades. Por eso, pida 600 millones de euros y luego, si te he visto, no me acuerdo. Es cuando se habrá convertido en un verdadero problema y los demás correrán para auxiliarlo, porque, si cae usted, caeremos todos. Siendo buenos hemos llegado a esto.
¿Ha valido la pena? ¿Para qué diablos hemos pagado impuestos si ahora nos vuelven a cobrar todo por lo que se supone que ya habíamos pagado? ¿Qué gestión es esa? A la vista de los hechos, de forma revolucionaria, se podría plantear un escenario en el que solo pagáramos a las administraciones públicas lo que necesitáramos de ella. Por ejemplo, si no voy nunca al médico, ¿por qué sufrago la sanidad?
El día que vaya, me cobra lo que consuma. Si no estoy en paro, ¿por qué tengo que pagar un seguro por desempleo? Me lo ahorro y, cuando pierda mi empleo, me las compongo con lo que tengo. Si no accedo a los recursos educativos públicos, por qué tengo que pagar para que otros puedan ir al colegio. Si soy un analfabeto, es cosa mía. Cuando lo necesite lo pago y santas pascuas. Si no me han robado nunca, ¿para qué quiero a la policía? Contrato a un detective privado o a un guardaespaldas y ya está. ¿Qué nuestros mayores no tienen pensión? Ah, se siente haber ahorrado más. ¿Que nuestros hijos se animalizan? ¿Y qué más da? Cuando sean grandes ya sabrán que hacer. Que los parados no tienen nada que llevarse a la boca. Amigo, lo sentimos, pero aquí ni estamos para pagar los desmanes de los demás ni para oír sus lamentos.
Y llegamos al punto que más me gusta: como no necesito gestores, no necesito clase política alguna. De esa forma, solo les pagaría por servicio prestado y no un buen sueldo, hagan lo que hagan. Ya, ya, alguien estará pensando en los sindicatos. Pues bien, que estos se financien única y exclusivamente con las cuotas de sus afiliados y por aquellas encomiendas de gestión que se ofrezcan a hacer. Ahora bien, los efectos de sus acciones solo podrían afectar a los suyos.
Nada de favorecer a aquellas personas que no hayan pagado religiosamente su cuota, tal y como hace la Iglesia católica, la cual se autofinancia. Ah, no, porque recibe de nuestros impuestos (seas creyente o no) 13 millones de euros mensuales.
¿Les parece una buena propuesta o paro de decir barrabasadas más propias de un facha insolente que de una persona cuerda? Como puede ver, este año viene fuerte. Viene con ganas. Este año hay que decir basta.
Cuando se tiene el agua al cuello no se puede bajar la cabeza. Plantémonos. No seamos ni cómplices ni cobardes. Si no tiene agallas, o no sabe, o no quiere hacer algo diferente de lo que le dictan, váyase, dimita.
Seguro que hay alguien mejor. Haga lo que dijo que iba a hacer cuando estaba en la oposición. No haga lo que criticaba cuando no gobernaba. Ya está bien de política barata. Ya está bien de cumplir solo lo que a uno le conviene. Ya está bien de justificar lo injustificable. Si quiere ser diferente, demuéstrelo. Porque por ahora, todos son iguales.
*RESPONSABLE DEL GABINETE TÉCNICO DE CC.OO. EN CANARIAS