Acaba 2012 y, por desgracia, no se puede decir que acaben también las malas noticias. Aunque para el año que entra los propósitos mejoran, 2012 no deja de ser el año de los recortes, el paro, la pobreza, la miseria, la ineficiencia, los desfalcos, la tensión y el desprestigio. La verdad es que se salvo por el Gangnam Style, y otros acontecimientos que no vienen al caso, se me hace muy difícil encontrar brotes verdes en un año marcado por los desahucios y el crecimiento de la pobreza en las Islas.
No se me va de la cabeza la imagen de los que se quitaron la vida porque el banco se quedaba con su casa. De los que con más de 40 años se han visto en la calle y sin una perspectiva de futuro cercano. De los jóvenes haciendo la maleta para irse al extranjero y del presidente de Bankia, el que fuera flamante ministro de Economía, Rodrigo Rato, entrando a declarar en los juzgados como imputado a gritos de chorizo, por culpa de las preferentes.
No se me va de la cabeza la frase del que fuera presidente del Consejo General del Poder Judicial: “Volar en turista no está bien visto”. Tampoco olvido al presidente de nuestro país prometer que no iba a subir impuestos y que iba a mantener las pensiones, y unos meses más tarde incrementar el IVA y congelar las pensiones. Veo las caras de los casi 300.000 parados que hay en Canarias en la cola del Servicio Canario de Empleo y de los funcionarios quejándose porque les bajan el sueldo. El consumo paralizado y la construcción en dique seco. Los bancos pidiendo avales y negando el crédito a las empresas, mientras las familias, ahogadas en deudas, hacen malabares para llegar a final de mes. Pero, sobre todo, veo las caras de los diputados del Parlamento de Canarias que la pasada semana no se cortaron un pelo en gastar de las cuentas públicas unos 10.000 euros en escenificar el veto a los presupuestos que no sirvió para nada. No se me olvida que subirá la luz un 3% y el transporte un 19%. Seguro que se me quedan muchas cosas en la retina de mi memoria. Solo espero, como decía la canción de Mecano Un año más: “Y decimos adiós y pedimos a Dios que en el año que viene en vez de ser un millón puedan ser dos”, pero de trabajos. Aún así espero que, ya que no se acabó el mundo, 2013 empiece a ser el año de la esperanza. De la esperanza en la renovación política.