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Ayer fue 12-12-2012> Por Juan Pedro Rivero*

Si puedes leer hoy este comentario, como el resto del periódico, es que aún no ha ocurrido el “final del mundo” y has atravesado la paradigmática fecha del 12 del 12 del 2012 sin alteración apocalíptica alguna. ¡Seguimos adelante, pues!

¿Por qué tanta preocupación por conocer la fecha final? Que la realidad presente es temporal, lo sabemos, pero ¿por qué ese afán por ponerle fecha? Tal vez la inquietud de lo desconocido, del misterio; tal vez el éxito de los vendedores de la suerte y el destino; tal vez, y voto por ello, la escasa valoración que tenemos por nuestro presente vacío de alegría y de sentido.

Ser persona es ser consciente de tener pasado y de esperar el futuro viviendo el presente. Es apropiarnos de lo recibido: nuestra historia vital. Si nuestra preocupación está anclada al pasado, nuestro presente es gris. Si nuestra preocupación está centrada en el futuro, nuestro presente es barato. Y, nos guste mucho o poco, lo que tenemos y es deudor de nuestra libertad es el presente. “A cada día le basta su preocupación” (Mt 6, 34). El final personal vendrá, cuando tenga que venir. El final de la historia vendrá, cuando tenga que llegar. Pero despistarnos del presente, convirtiéndolo en insulso, es vivirlo sin sentido.

El “fin del mundo” no resolverá lo que no resolvamos tú y yo en el presente.

“¿Qué harías si supieras que dentro de 30 minutos llega el fin del mundo?” -le preguntaron a un niño en el recreo del colegio mientras jugaba al ping-pong. “Seguir jugando al ping-pong” -contestó con una sonrisa.
Sin temor, con confianza, en la esperanza, con el asombro maduro de “los que son como niños”: ¡tenemos presente!

*DIRECTOR DEL ISTIC
@juanpedrorivero