Hubo traición y, ni mucho menos, el ambiente fue “magnífico” como manifiestan los vencedores. Hay que saber perder, pero también ganar. La tensión en el antes, durante y el después de la Asamblea en la que se votó la moción de censura contra la gestión del presidente de la Federación Interinsular de Automovilismo de Santa Cruz de Tenerife, Benito Rodríguez, fue evidente. Los rostros así lo reflejaban. Al final, un vencedor y muchos perdedores, entre ellos el automovilismo tinerfeño, que ha dado una imagen lamentable y patética. La división es total, y, si alguien no lo remedida, ya nada será igual. El agujero económico es descomunal y los representantes de las escuderías han manifestado que no cuenten con ellos para taparlo.
La petición de una auditoria es un clamor para la próxima Asamblea, en este caso la General Anual, que se celebrará el próximo mes de febrero. Si a esto unimos la afirmación que, durante su turno de palabra y antes de que los asamblearios depositaran su voto en la urna, hizo el representante del grupo opositor sobre posibles irregularidades en la tramitación de lo seguros en algunas de las carreras celebradas en la temporada 2012, es para apagar la luz e irse. Y es que estaba claro, era la Asamblea del Miedo y, tal vez por eso, los que prometieron amor eterno a Pablo Estévez en las horas previas, luego cambiaron amparados en un perfectamente legítimo voto secreto, pero no exento, en sus respectivos casos, de grandes dosis de falsedad. Es más, Estévez tenía proyectada la composición de una nueva Junta Directiva con nombres tal vez no del agrado de muchos de los que inicialmente le dijeron sí y luego le dejaron en la estacada. Con todo, la moción de censura es historia, democrática y legítima, pero también ridícula y absurda porque algunos se bajaron del barco no durante la travesía sino incluso antes de la que nave partiese del puerto de origen. Con rivalidades casi irreconciliables, a Benito Rodríguez no le queda otra que que volver a usar la estrategia que de forma tan acertada le funcionó y, sobre todo, con tan buenos resultados, en su etapa de presidente de la escudería Daute y que es no es otra que no creerse el salvador de una causa sino el coordinador de una idea. ¡Tiene que cambiar! A partir de ya es su hora cero.