Una de cada cuatro familias en España se sustenta solamente con la pensión del abuelo. Es decir con 526 euros al mes. No me quiero ni imaginar las artimañas que tendrán que hacer a diario estas familias para llegar a final de mes. Esta es una de las muchas realidades que vive actualmente nuestro país. Pero es que, además, la pasada semana conocimos un informe publicado por Intermón Oxfam, en colaboración con Médicos del Mundo, UNICEF y Cáritas, que revelaba que España tardará 20 años en volver al nivel de bienestar previo a la crisis. Los datos son contundentes: las políticas de austeridad están amenazando la universalidad de derechos como la salud o la educación; y sentencia que el 40% de los españoles, es decir, dos de cada cinco, estará en situación de pobreza en el año 2022. ¡Menuda herencia le vamos a dejar a nuestros hijos! Los que tenemos la inmensa suerte de levantarnos todas las mañanas para ir a trabajar seremos, en 10 años, los ricos, porque en 2022, España se convertirá en una sociedad dual: de ricos y pobres. Por tanto, si no queremos llegar a esta situación y tener una buena clase media, hay que comenzar a ejecutar cambios estructurales ya. Una buena noticia, aunque algunos no lo vean así, para iniciar este cambio, es que el Banco Central Europeo (BCE) controlará el 95% del sector financiero español a partir de 2014.
En un año, el BCE podrá definir las pautas para la concensión de las hipotecas, el pago de dividendos a los accionistas o el volumen de depósitos. Los más escépticos ven en este control una manera directa de que Europa, o más bien Alemania (o Ángela Merkel según como se mire), se metan de lleno en nuestro sistema financiero. Yo, en cambio, lo veo de otra manera. Me parece bien que desde fuera se les diga a los bancos que abran el crédito para que nuestras empresas, que son las que realmente crean empleo, tengan financiación para invertir y reactivar la economía. Me parece bien que Europa vigile el dinero invertido y que España no lo utilice para crear más activos inmobiliarios sino para, de manera indirecta, reactivar el consumo de las familias y abrir el crédito a las empresas para crear empleo. Y en este punto, antes de finalizar estas líneas, quisiera referirme a una noticia que la pasada semana tampoco pasó desapercibida: la población española ha crecido en 10 años en seis millones de personas gracias a los extranjeros, una cifra que es igual al número de parados que habrá en nuestro país en 2013. ¿Coincidencia? Pero este es otro debate que abordaré otro día. Bueno, eso si no se acaba el mundo el viernes…