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Cubillistas> Por José David Santos

La muerte suele subir a los altares, sobre todo en esta cada vez más hipócrita sociedad, a personas y personajes que en vida fueron objeto de burla o rechazo. El fallecimiento de Antonio Cubillo ha venido a refrendar esta teoría. No comparto sus postulados independentistas, pero los respeto, lo que sí rechazo desde todos los puntos de vista su justificación de la violencia como medio para conseguir objetivos políticos. Puso bombas, amenazó y, no lo ocultó nunca, jamás se arrepintió. Por eso sorprende cómo la clase política de este Archipiélago se ha mostrado tan amable con su figura a la hora de su muerte. Cubillo tuvo su impronta histórica, pero de ahí a ser merecedor de los halagos que se escuchan estos días va un trecho. Es incomprensible que, por ejemplo, dirigentes del Partido Popular pongan paños calientes a la trayectoria de Cubillo cuando, a la vez, gritan al cielo por la actitud del nacionalismo de baja intensidad de Coalición Canaria. No es comprensible tampoco que desde las filas de CC se alabe con pasión la figura del fallecido cuando ellos mismos han puesto en duda a un grupo de sus propios compañeros de partido (rozando la burla) que crearon la corriente interna denominada Secundino Delgado. Lo peor es que esas opiniones no son sinceras; casi todos despreciaban a Cubillo, ni siquiera sabrían contextualizar la importancia que tuvo en la historia reciente de las Islas y, lo más triste, tiran de eufemismos y retórica para no irritar a quienes, legítimamente, apoyaron mediáticamente en los últimos años su figura e ideas. Por eso, es lamentable ver y escuchar tanta loa impostada a cuenta de quien defendió, hasta el extremo de usar la violencia, una Canarias independiente.

@DavidSantos74