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Los Divinos – Benito Cabrera

Cantar a lo divino, en contraposición a lo terrenal, es una costumbre que cobró su máxima expresión en el Siglo de Oro español, época en la que se puso de moda el contrafactum, que consistía en cambiar el texto de una obra profana (dedicada a cualquier asunto mundano) por un contenido religioso, aunque esta técnica ya se empleaba desde el siglo XVI, y fue usada por nuestro paisano José de Anchieta para evangelizar a los nativos brasileños.

En toda Sudamérica encontramos magníficos ejemplos de cantos a lo divino, pero es en Chile donde se mantienen de forma manifiesta en el canto popular, con una estructura estrófica basada exclusivamente en décimas. La inolvidable Violeta Parra dedicó alguna de sus grabaciones a este género. En Canarias, Lo Divino o Los Divinos hacen alusión a un grupo musical que va por las calles de su barrio o pueblo cantando de casa en casa un repertorio de villancicos.

En cada casa se les brinda con una copa de anís o vino nuevo, unos rosquetes y alguna trucha. En otras épocas, estos grupos pedían aguinaldo (aunque la expresión no arraigó mucho en Canarias), recibiendo una pecunia que luego se usaba para diversos fines, como recaudar fondos para la fiesta local (como la de El Cristo en La Laguna), o repartirlo entre los pobres.

La denominación de Lo Divino corresponde, sobre todo, a las islas de Tenerife y La Palma. En El Sauzal se les conoce desde finales del siglo XVIII y en Santa Cruz de La Palma comienzan a mediados del XX, ciudad donde Los Divinos alcanzan un alto nivel de sofisticación, con adaptaciones de villancicos foráneos, arreglos de piezas clásicas o composiciones propias.

Las frías noches de diciembre se están llenando de Divinos, una tradición que -afortunadamente- aún se mantiene viva en nuestras Islas.