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Espíritu navideño – Por José Miguel González Hernández

Como el mundo no se acabó, dadas las fechas que se aproximan, les contaré una historia que tratará sobre las diferencias entre la clase política y el resto de personas. Puede que sea una leyenda urbana, pero me confirman que la historia es cierta. Yo tengo mis dudas, pero, por si acaso, se las transmito y luego ustedes, deciden.

Debido a la cercanía de las fiestas navideñas, que provocan un simulacro de solidaridad popular sin fronteras, resulta que en una peluquería que se encuentra en las inmediaciones del Parlamento de Canarias, después de estar un par de horas abierta, recibe al primer cliente de la mañana.

Este trabaja en una floristería cercana y quería que le cortaran el pelo. Mientras le hacían el corte oportuno, entablaron la típica conversación y, claro está, salió el tema de la crisis.

El peluquero le preguntaba cómo estaba la cosa y el cliente le comentaba que estaba la cosa fatal porque la gente ya no compra tantas flores debido a que los sentimientos se demuestran por el WhatsApp. Luego del corte de pelo, cuando pidió la cuenta, el peluquero le contestó:

-No voy a aceptar dinero. Como quiero demostrar mi solidaridad navideña a las personas que tienen problemas, he decidido hacer un servicio comunitario gratuito.

El cliente se lo agradeció muy afectuosamente, de tal forma que, cuando el peluquero fue a abrir el negocio por la tarde, había una nota de agradecimiento y una docena de flores en la puerta como regalo.

Al día siguiente, la que entró por la puerta era una trabajadora de una panadería, también cercana, y el escenario fue similar al florista, de modo que cuando fue a pagar el peluquero respondió:

-No voy a aceptar dinero. Como quiero demostrar mi solidaridad navideña a las personas que tienen problemas, he decidido hacer un servicio comunitario gratuito.

La panadera le dio dos besos y se fue. A las dos horas volvió con una docena de panes variados y calentitos como agradecimiento.

Un día más tarde, el cliente era un docente y todo sucedió exactamente igual, como en los dos casos anteriores. Que si la paga extra, que si tiene muchos niños y niñas en las aulas, etcétera. En el momento de pagar, el peluquero otra vez respondió:

-No voy a aceptar dinero. Como quiero demostrar mi solidaridad navideña a las personas que tienen problemas, he decidido hacer un servicio comunitario.El profesor, emocionado, se fue y al rato volvió con una bolsa llena de libros, tanto clásicos como modernos, como muestra de agradecimiento para él o para sus clientes.

Pasó un día más y el cliente que entró en la peluquería era un conocido diputado del Parlamento de Canarias. Entablaron la típica conversación sobre la crisis, en la que el político se sentía desanimado y preocupado por la situación, porque los recortes presupuestarios eran muy crueles y no sabía cómo solucionar la situación de forma rápida y eficaz. Cuando este fue a pagar, el peluquero nuevamente dijo:

-No voy a aceptar dinero. Como quiero demostrar mi solidaridad navideña a las personas que tienen problemas, estoy haciendo un servicio comunitario gratuito.

El político, agradeciéndole el gesto con un contundente apretón de manos, salió de la peluquería convencido de haber recibido una lección.

Esa misma tarde, cuando el peluquero volvía del almuerzo y fue a abrir el local, había cientos de políticos de diferentes partidos y administraciones públicas, así como familiares y parientes, haciendo cola para cortarse el pelo gratis.

Y todavía hay alguien que se pregunta porqué la sociedad sigue considerando a la clase política como parte del problema y no de la solución, en la que se confunde la gestión de la escasez con el recorte desenfrenado e irracional. Les deseo felices fiestas y mejor año.

*RESPONSABLE DEL GABINETE TÉCNICO DE CC.OO. EN CANARIAS