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Francisco Sánchez – Por Agustín M. González

El Ayuntamiento de La Orotava ha hecho justicia con Francisco Sánchez García, el primer alcalde orotavense en la actual etapa democrática, fallecido en mayo de 2011. Desde ayer el Complejo Deportivo Municipal de El Mayorazgo lleva oficialmente su nombre, en recuerdo de un hombre extraordinario que a lo largo de su vida destacó en múltiples facetas pero que, por encima de todo, sobresalió por su gran humanidad y por su compromiso público. Francisco Sánchez será recordado por lo mucho y bueno que hizo por su pueblo, en ámbitos muy variados, como solo pueden hacerlo los grandes hombres, los que dejan huella profunda. El actual alcalde villero, Isaac Valencia, dijo con razón, durante el homenaje que se le tributó en el Liceo Taoro, que Francisco Sánchez “marcó un antes y un después en la historia de la Villa”.

Abogado de profesión y destacado futbolista en su juventud -llegó a jugar en el Real Madrid y la UD Las Palmas-, Sánchez fue un político modélico en el uso del diálogo y el consenso, con una fuerte vocación social que lo hizo participar desde la fundación de un partido político (ATI) hasta en el impulso del asociacionismo en los barrios deprimidos de las medianías. Su trabajo y sensibilidad ayudaron a las gentes de Los Altos orotavenses a salir del subdesarrollo en el que se encontraban en los años 70 del siglo pasado. Además, fue el presidente-fundador de la Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa del Valle de La Orotava (Apymevo) y del Consejo Regulador de Vinos de la Denominación de Origen de esta comarca norteña. También presidió la UD Orotava, creó la escuela de fútbol San Isidro y mimó la cantera con la filosofía de priorizar la educación y la formación humanas de los jóvenes. Con la discreción que lo caracterizaba, sin afán de protagonismo, promovió infinidad de actividades e iniciativas sociales y culturales. Fue un líder, aun sin pretenderlo; un maestro y un caballero. Abanderó cuantas causas justas y de interés general encontró en su camino. Fue un gigante; por eso se nota mucho más el vacío que dejó su marcha prematura. Perdimos su empuje, su inteligencia, su visión privilegiada de las cosas, su talante sereno, cordial y constructivo. Nos queda su recuerdo y su ejemplo, inolvidables.