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Fundación – Por Francisco Pomares

La asamblea de CajaCanarias aprobó el jueves la conversión de la antigua entidad financiera en una fundación cultural. La que fuera la principal banca del Archipiélago ha quedado reducida así a una fundación con un presupuesto para inversión social levemente superior a los seis millones de euros, aparte de lo que destine la fundación a sostener su propio funcionamiento. Leído de otra manera, eso quiere decir que los retornos de los depósitos a CajaCanarias-La Caixa van a suponer en el futuro para las Islas tan solo unos seis millones de euros al año, más el dinero destinado a sostener la fundación, más los recursos que la Obra Social de La Caixa y su propia fundación decidan gastar en las Islas. Poca cosa parece como retorno social de un negocio que hace apenas dos años representaba algo más de la quinta parte del dinero depositado en toda Canarias en cajas y bancos.

Es inevitable no sentir cierta melancolía ante el final de una entidad como CajaCanarias que -con sus luces y sus sombras, como todo en esta vida- tuvo una enorme importancia en el desarrollo y crecimiento de la economía de las Islas. Desde 1987, los debates inanes sobre la fusión de las cajas de ambas provincias, y la posición cobarde del Gobierno regional, ocupado en cuestiones tan nacionalistas como sostener contra viento y marea un centenar de guardias volcánicos, impidieron una aproximación de CajaCanarias y la Caja Insular que pudo haber mejorado favorablemente (solo mejorado, tampoco nos llamenos a engaño) la posición canaria en los sucesivos procesos que han provocado la absorción efectiva de los activos locales por entidades de fuera.

Hoy no está de moda decirlo, pero lo cierto es que, con el cerrojazo de CajaCanarias como entidad financiera, Canarias perdió un instrumentro clave para su desarrollo, y además en un momento crítico.

A pesar de algunos escándalos y pifias, la caja siempre estuvo próxima al empresariado de las Islas y sus intereses. Y contaba con un extraordinario equipo humano que en los últimos meses se ha visto seriamente mermado, y sustituido en la mayor parte de los casos por directivos con filosofías distintas. De aquel imperio financiero, lo único que nos queda hoy es la fundación. En estos tiempos de recortes masivos en el ámbito de lo cultural y lo social, no es poca cosa: ojalá tenga larga vida y pueda mantener el recorrido ejemplar de la antigua Obra Social y Cultural de la caja. Ese es nuestro buen deseo de Nochebuena para el difícil año que comienza…