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Gallinas ponedoras – Por Conrado Flores

Vivimos en una época en la que no podemos perder el tiempo porque nuestro tiempo no nos pertenece sino que pertenece a otros. Por este motivo se recomienda a los trabajadores que no se pongan enfermos. Y cuando se ponen, no cumplen con el reposo necesario por temor a que les descuenten dinero o a perder su trabajo. Así, no podemos dejar de ser gallinas ponedoras ni un día por si deciden utilizar nuestros muslos para hacer un caldo. A esto muchos lo llaman productividad. Antiguamente, los faraones de Egipto lo llamaban de otra manera menos rebuscada. Esta dinámica productiva cuenta desde hace casi un siglo con fieles aliados, entre ellos los antibióticos.

Bien es sabido que el invierno es época de gripes e infecciones de garganta. Una de esas noches de invierno sales del coche para poner gasolina en un autoservicio y al día siguiente estás echando más flemas verdes que la niña de El exorcista. Si no fuera porque te asustaste al mirarte al espejo no le prestarías mayor importancia.

No obstante, decides ir a trabajar para seguir poniendo huevos pese a contagiar con tu tos perruna a todo el que se cruza a tu paso. Al fin y al cabo, aunque todos tus compañeros caigan enfermos, lo peor que puede pasar es que tu espacio de trabajo parezca el rodaje de una película de zombis.

Al salir de allí acudes a tu centro de salud y entonces un médico te receta tres días de antibióticos y te recomienda algo que a muchos empieza a sonar a vacaciones en Cancún: guardar reposo domiciliario. Le dices al médico que no sabes lo que es eso del reposo y que tienes un compromiso moral con tu empresa de papas fritas, y empiezas tu guerra biológica contra los estreptococos.

Del vademecum de tu madre añades aguas de salvia y tomillo, miel, zumo de naranja, ajo en ayunas y de paso te mandas varios sobres de medicamentos y jarabes sin receta médica que encontraste por ahí. En un plazo de una semana, o has fallecido o te has curado y puedes seguir tu ritmo de gallina ponedora.

Los expertos dicen que a medida que se indican más antibióticos para la tos, cuadros gripales o infecciones urinarias, las bacterias se vuelven más resistentes. Eso parece fácil de entender pero de este modo, y para satisfacción de tu jefe, este apasionante sistema te permite seguir poniendo huevos sin interrupción y eso es lo que importa. Ahora te pedirán más huevos que nunca.